A medida que avanza la demencia, los pacientes experimentan dificultades para encontrar la palabra
En la actualidad, en España hay alrededor de 800.000 personas que padecen la enfermedad de Alzheimer, la demencia más común en las personas mayores de 65 años, según datos proporcionados por la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Natalí Pintos, una psicóloga especializada en demencias, sobre los efectos de la pérdida de lenguaje durante un proceso de demencia, subraya que todas las demencias comienzan de manera sutil, aunque no nos demos cuenta al principio, pero las personas suelen enfrentar problemas con palabras muy complejas desde el inicio del proceso.
En una entrevista con Europa Press, en relación a la publicación de su libro Cuando llega el Alzheimer , sostiene que a medida que avanza la enfermedad, la persona con demencia experimenta dificultades para encontrar la palabra, lo que se conoce como el “síndrome de la palabra en la punta de la lengua”, y se comunican con frases más cortas y con un lenguaje más pobre en cuanto a su contenido.
Destaca igualmente esta máster en neuropsicología y psicología forense que cuando la enfermedad ya da un paso más hay tendencia al mutismo, “aunque no siempre ocurre, la evolución depende de la reserva cognitiva de la persona”, según asegura, si bien remarca que suele ser la tendencia, y que en los estados avanzados es bastante igual en todos los casos.
La comunicación no verbal entra en escena
“Sí que en estados moderados-avanzados hay una gran dificultad en la comunicación. La comunicación oral es muy escasa, y aquí nos comunicamos más por el cuerpo y por los gestos que podamos demostrar, que no por la palabra en sí”, subraya.
Así, en el libro, aporta las siguientes recomendaciones para abordar la alteración del lenguaje en los casos de demencia:
– Emplear el contacto visual y asegurarnos de que la persona con demencia nos observa y está atento a lo que le decimos.
– La velocidad del procesamiento también está afectada en estos procesos y hace que la persona hable más pausadamente, por lo que aconseja darle su tiempo para expresarse, y no acabar las frases por ella.
– Utilizar siempre frases cortas y sencillas, ya que a medida que el déficit evoluciona, la persona va perdiendo capacidad para comprender frases largas y complejas.
– No hablar excesivamente despacio ni tampoco con un tono de voz muy alto, siempre procurando vocalizar bien las palabras.
– Hacer preguntas cerradas, evitar las abiertas, tipo, ¿qué quieres de postre?, porque entonces la persona tendrá dificultades para responder; siendo mejor, ¿quieres una pera?
– Repite lo que has dicho si fuera necesario, porque a veces necseitan escucharnos más de una vez para comprendernos.
– Las caricias, los gestos, las expresiones y la postura del cuerpo también son formas de comunicarnos, pueden ser las nuevas herramientas de comunicación y de expresión con el enfermo.
– Comunicar por partes los pasos a seguir, por ejemplo, si tiene que ir al médico, no decirle de golpe que se tiene que duchar, asear y vestirse.
– Si hay reuniones con más personas lo idóneo es adaptarnos a la etapa evolutiva de la enfermedad, y que la persona hable individualmente con alguien, y evitar conversaciones cruzadas.
– Si no entiendes qué dice se debe insistir con preguntas que impliquen un sí o un no como respuesta, o frases cortas.
– Háblale de forma bonita y permítete decirte que lo estás haciendo lo mejor que puedes con las herramientas que tienes.
La demencia, es un proceso de duelo
Aquí, Pintos resalta que con la demencia es cuando nos damos cuenta de que “la palabra pierde valor“, y los gestos van tomando más potencia en el cuidado, se produce un cambio en cómo se realiza la comunicación con el paciente aunque, “fruto en muchas ocasiones del desconocimiento“, las familias interpretan esa pérdida de lenguaje como un cese total de comunicación con el enfermo cuando esto no es así, generando en muchos frustración o ansiedad frente a los cuidados.
“Los cuidadores y familiares deben entender que esa alteración en el lenguaje existe. Es importante aceptarlo porque esto también es una pérdida y forma parte del duelo en las familias. Vivir la pérdida de comunicación y ver que no podemos comunicarnos con ellos como antes es algo que duele. No le podemos explicar cómo ha ido el día, o esa persona con demencia ya no nos pregunta cómo estás”, reconoce esta psicóloga experta.
Por tanto, defiende que es fundamental que las familias entiendan que la pérdida de comunicación forma parte del duelo que va asociado a la demencia, y si no se acepta esta pérdida es muy difícil adaptarse a esta realidad.
Después considera que informarse es vital, sobre qué es lo que está pasando exactamente para poder adaptarse, y hasta qué punto afecta al lenguaje y cómo puedo adaptar la comunicación a mi familiar, en qué punto está y cómo puedo comunicarme con ella.
“Cuando nos adaptamos resulta todo más fácil, pero cuando nos resistimos se complica bastante. Hay estrategias que la persona con demencia usa para seguir comunicándose y cuando entendemos todo lo que la persona vive nos podemos adaptar mejor y entender que el amor es siempre una manera de comunicarnos”, subraya Pintos.
Pone el ejemplo de que el otro día hablaba con una mujer, cuyo marido presenta un Alzheimer avanzado, y con el que ya no puede hablar: “Decía que siempre le daba la mano, pero ahora cada vez que su mano tocaba la suya todo tenía más sentido. Ese gesto representa una manera importante de comunicarnos ahora que las palabras no surgen”.
Todo depende de cual haya sido nuestra relacion
A su juicio, es “normal sentir el duelo“, “es humano, y totalmente natural“. “El duelo en el camino en las demencias es totalmente humano y está relacionado con el vínculo y el apego con la persona, en función de lo vivido, de lo importante que sea esa persona para nosotros, de lo compartido con ella”, sostiene esta psicóloga.
Y cuando hablamos de duelo en personas con demencia, sobre la que hace su tesis según nos confiesa, lo hacemos sobre una “pérdida ambigua“, ya que dudamos sobre si hemos perdido a esa persona; o sobre si esa persona es nuestra abuela o no, por ejemplo.
“Vas adaptando tu nuevo rol y esto es una nueva pérdida también. Es una pérdida ambigua porque psicológicamente no está, pero físicamente sí, y esto causa un dolor inmenso y puede generar mucha ansiedad porque no estamos acostumbrados a este tipo de pérdida”, indica Natalí Pintos.
En su opinión, entender esto es “clave” para poder abrazar el dolor poque es inevitable, de manera que si quieres a alguien y le estás perdiendo te dolerá: “El dolor es sanador, pero si lo utilizamos bien. El dolor habla del amor. Creo que es importante que todas las familias entiendan que es normal, humano y natural pasar por aquí, y no tiene nada de raro, ni de extraño; y esto demuestra el amor que sentimos por la persona y que la echamos de menos”.