Hoy: 11 de noviembre de 2024
El mérito de los marineros antiguos, con tan limitada cartografía y enflaquecidos barcos, que soportaban la fuerza del agua en la debilidad de su madera, más que navegantes sólo, héroes debíamos llamarles.
Sus mascarones de proa competían en belleza, en el sentido onomástico se las divinidades esculpidas y en la utilidad de que avisaran antes de llegar a puerto. José Manuel Caballero llamó a los mascarones “ojos del mar” por su capacidad de reconocer la costa y, por la magnificencia de lo tallado, también se descubría, en los esculpidos dorados, la categoría de sus dueños.
Neruda coleccionó durante mucho tiempo mascarones de proa y caracolas que acariciaba, como si fuesen gatos de angora, en su casa de Isla Negra.
De poco sirvió su mimo y preferencia porque una tarde, mientras el poeta escribía poemas escuchando el oleaje, llegaron los bárbaros y destrozaron los altos rostros de su colección, que tantos puertos conocieron, que tantas tempestades soportaron… Neruda se convenció entonces que, detrás de todas las máscaras, se descubre la vida.
Coincide la certera reflexión de Pedrouve (…detrás de todas las mascaras, se descubre la vida) con lo que decía Bertolt Brecht en su poema “La mascara del mal” indicando que lo horrible de esta “revela el esfuerzo que cuesta ser malo”. Ninguna mascara podrá ocultar eternamente lo que realmente somos.
Gracias por su comentario, amigo José Eladio
¡Bravo! La verdad nos hará libres.
Seguiremos incansables buscando,para descubrirla sin miedo, ni descanso.
La Luz de Dios nos guiará. La encontraremos y la haremos nuestra para siempre, con la ayuda de Dios.