Hoy: 20 de febrero de 2025
A pesar de lo que se está viendo, los cristianos debemos seguir creyendo en la redención de los seres humanos, por muy equivocados que parezcan. La primera razón es porque todos, de alguna manera, necesitamos rescate ante los despropósitos.
Víctor Hugo ideó en Los Miserables un personaje sin aparente solución. Valjean robaba sin cesar y, ante el menor descuido, “limpiaba” los bolsillos o las casas de los demás. Todos lo despreciaban, menos el obispo Myriel, que lo alojó en sus dependencias redimiéndolo de tanto desprecio. Pero Valjean robó los cubiertos de plata del obispo y, cuando fue detenido, nuevamente el clérigo creyó en su transformación alegando que él le había regalado los cubiertos y, aún más, se había olvidado los candelabros de plata… Después de muchos avatares, Valjean parece que cambió el ritmo de sus despropósitos. Entiendo que Víctor Hugo pretendía enseñarnos que, amando y perdonando, se cambia y se mejora.
Pongamos que nuestro Presidente ha hecho de obispo en esta etapa infeliz de nuestra historia: les ha dado de todo, hasta los candelabros olvidados. Pero los miserables de aquí desprecian las generosidades.
Es posible transformar a alguien a través de la generosidad. Conozco algunos casos en los que afortunadamente así ha sido. En otros, el acto altruista solo fue interpretado por el que lo recibe como afianzamiento de su derecho a poseerlo todo.
Un abrazo José Eladio