Los leones de la diosa Cibeles guardan en su interior la esencia de Atalanta e Hipómenes, perpetuando una historia de amor, astucia y consecuencias inesperadas
Los leones, esas majestuosas estatuas que custodian la Plaza de Cibeles en Madrid, son los guardianes silenciosos de un misterio cautivador. Detrás de su imponente presencia y su aparente inmovilidad, los leones parecen cobrar vida cuando se desvela su secreto ancestral. Una historia de amor y engaño que perdura a lo largo de los siglos oculta en los recovecos más oscuros de la memoria colectiva: la historia de Atalanta e Hipómenes, dos amantes cuyo destino tomó un giro inesperado por amor.
La historia comienza en la isla griega de Esciros con Atalanta, una hermosa y valiente cazadora que vivía en el bosque. Desde muy joven, demostró ser una experta en el arte de la caza y su habilidad con el arco y las flechas era incomparable. Su belleza y destreza la hicieron famosa en toda la región, y muchos hombres trataron de conquistar su corazón.
Atalanta era una cazadora hermosa y valiente que vivía en el bosque tras ser abandonada por su padre al nacer, quien ansiaba tener un hijo varón, desde muy joven destacó por su velocidad y destreza con el arco y las flechas.
Con el tiempo, su belleza y habilidades la convirtieron en objeto de deseo para muchos hombres griegos que deseaban conquistarla, pero Atalanta, dotada de un corazón indomable, rechazaba a todos sus pretendientes; hasta que un día decidió que sólo se casaría con el hombre que consiguiese vencerla en una carrera. Sabedora de que su velocidad era legendaria y que nadie lograría superarla en una competición, Atalanta se convirtió en un desafío para muchos hombres de la región.
Fue entonces cuando apareció Hipómenes, un joven decidido y astuto, que nada más ver a Atalanta se enamoró perdidamente de ella y decidió ganarse su corazón aceptando el desafío de la joven: una carrera en la que el ganador se llevaría el premio más preciado, su amor.
Consciente de la habilidad de Atalanta como cazadora, Hipómenes sabía que no podía vencerla en una carrera justa y no dudó en recurrir a la ayuda de Afrodita, la diosa del amor, quien le entregó tres manzanas doradas que tenían un poder mágico: distraer a Atalanta para ganar la carrera.
A medida que avanzaba la carrera, Hipómenes lanzaba las manzanas doradas, cada una más tentadora que la anterior, y Atalanta, incapaz de resistirse a su brillo, se detenía a recogerlas una y otra vez. La astucia del joven estaba surtiendo efecto.
Cuando la joven cazadora se dió cuenta del engaño de Hipómenes, comenzó a correr para alcanzarle, pero el astuto joven ya la había superado y acababa de conseguir lo que más deseaba, casarse con ella.
La multitud estalló en aplausos y vítores mientras Hipómenes levantaba los brazos en señal de victoria. Por su parte Atalanta, enfadada por no haber ganado la carrera, no pudo evitar sentir admiración por la astucia y habilidad de Hipómenes y le felicitó.
Los días pasaron y el amor entre ellos se fue volviendo cada vez más fuerte. Sin embargo, su felicidad no duró mucho tiempo. Un día de lluvia, Hipómenes y Atalanta buscaron refugio en un templo consagrado a la diosa Cibeles. Allí la pareja se entregó a la pasión y la diosa, ofendida por el comportamiento de la pareja de enamorados en su templo, decidió castigar a Hipómenes y Atalanta convirtiéndolos en leones y condenándolos a tirar de su carro para toda la eternidad, juntos pero sin poder mirarse.
Y así, tirando del carro de la diosa Cibeles y observándolos detenidamente, se puede apreciar la mirada furtiva de los leones como si estuvieran compartiendo un secreto prohibido entre ellos; mientras sus patas parecen estar en movimiento, como si estuvieran corriendo una carrera eterna.
Quizás sea el secreto de los leones de la diosa Cibeles lo que ha convertido a Madrid en un lugar mágico y enigmático. Los leones, símbolo de poder y majestuosidad y con un aire misterioso, nos invitan a sumergirnos en un mundo de mitos y leyendas griegas, donde dioses y mortales se entremezclan en historias cautivadoras; a dejarnos llevar por su encanto y a descubrir la magia que se esconde en cada rincón de Madrid.