Los concursantes de Gran Hermano 20 viven días de incertidumbre debido a los inesperados movimientos del programa, cuyo final anticipado ya es conocido por la audiencia, pero no por ellos. Aunque la organización de Zeppelin TV decidió ocultarles la drástica reducción de la edición, los acontecimientos recientes dentro de la casa han sembrado dudas y teorías entre los participantes.
La llegada de un camión de mudanzas y las salidas repentinas de Mamadou y Paula desataron todo tipo de especulaciones. Lejos de imaginar un desalojo exprés por baja audiencia, muchos concursantes interpretaron estos sucesos como parte de nuevas dinámicas, posibles intercambios internacionales o incluso la existencia de una segunda casa, algo visto en otras temporadas del reality.
Sin embargo, no todos se dejaron llevar por estas hipótesis optimistas. Algunos comenzaron a sospechar que algo más serio estaba ocurriendo. Cristian fue de los primeros en verbalizar abiertamente sus inquietudes al preguntar: «¿Crees que por algún motivo se tiene que adelantar la final del programa?». Sus palabras reflejaron un sentir creciente dentro del grupo.
Las dudas se intensificaron con la expulsión de Belén y, sobre todo, con el mensaje que Mamadou dejó desde el plató en su despedida: «Disfrutad de esta experiencia que es única. Dadlo todo hasta el final, que nunca sabes cuándo va a acabar». Esta advertencia encendió todas las alarmas, provocando reacciones inmediatas entre los concursantes, quienes empezaron a entender que las salidas «empaquetadas» no eran parte de un simple giro del juego.
Finalmente, la desconfianza y el desconcierto se apoderaron de la casa. Comentarios como el de Patricia —»¿Que van a cortar la edición o qué? ¿Qué somos unos paquetes?»— y la sorpresa de Edurne al recordar que la final estaba prevista para febrero, reflejaron el estado general del grupo. Para muchos, la explicación parecía evidente: la falta de audiencia estaba precipitando un final que jamás imaginaron tan cercano.