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Los beneficios de incluir insectos en nuestra dieta

Archivo: Plato con insectos comestibles. / Fuente: EP

Un estudio demuestra que ingerir la langosta migratoria seca o en polvo eleva su contenido proteico hasta el 60% y de grasas hasta el 40%

En España, a diferencia de otros países donde es más habitual ver en su alimentación platos elaborados con insectos, somos reacios a introducir este tipo de ingredientes como saltamontes, larvas cocidas, hormigas rojas o grillos que México, China, Chile o Australia estamos acostumbrados a encontrar.

Y esto no se debe a que no está regulado el consumo y la comercialización en nuestro continente. En el 2018 la Unión Europea legisló sobre este “nuevo alimento”. Y desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aesan) nos explican que los insectos comestibles pueden diversificar las dietas, mejorar los medios de vida, contribuir a la seguridad alimentaria y tener menos huella ecológica en comparación con otras fuentes de proteína”, según recoge El Periódico de Aragón.

Es importante mencionar que antes de la regulación de estos ingredientes, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (Efsa) realiza un análisis del riesgo y los peligros que podría conllevar su consumo. Esta agencia ha dado luz verde al consumo y comercialización de las larvas de escarabajo de estiércol, las últimas en incorporarse a una lista que va en aumento.

Reinas de la proteína

Son las reinas de la proteína (72%), pero también aporta, según la Sociedad Entomológica de Estados Unidos, cobre, magnesio, fósforo, selenio, hierro y cinc.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria ha autorizado en enero de este mismo año su consumo en pasta, congeladas o en polvo. Como también ocurre con otros insectos, pueden ser el causante de reacciones alérgicas en personas hipersensibles a los crustáceos y a los ácaros.

Sabor a avellana

El nombre técnico de este primer insecto es Tenebrio molitor, ya que es el responsable de plagas en la industria dedicada a la fabricación de harinas. Según la Efsa “no es perjudicial desde el punto de vista nutricional” y que “no existen problemas de seguridad”.

El gusano de la harina presenta un sabor que recuerda al de la avellana, nada fuerte y se puede introducir en un sin fin de menús. Como dato importante, puede provocar reacciones alérgicas en aquellas personas que son alérgicas a los crustáceos o a los ácaros del polvo.

Son una fuente de niacina, piridoxina, riboflavina, ácido fólico y vitamina B12 (muy importante para el metabolismo de proteínas). Además, contiene un 30% de grasas y respecto a las vitaminas, 57.4 ppm de calcio y 0.3 ppm de fósforo.

Otros insectos

La langosta migratoria, Locusta migratoria es el segundo insecto aprobado en la Unión Europea. Se comercializa en tres formatos disponibles: congelado, seco y en polvo.

Precisamente, consumir este alimento congelado reduce sus porcentajes de proteína y grasas. Sin embargo, ingerir la langosta migratoria seca o en polvo eleva su contenido proteico hasta el 43-60% y de grasas hasta el 31-41%. También destaca por su alto contenido en fibra, que contribuye a alcanzar la ingesta diaria recomendada de 25 gramos.

El grillo doméstico fue aprobado en 2022. Aquí nos encontramos ante un insecto con un 62% de proteína en peso seco, lo que lo convierte en una de las variedades con mejores propiedades nutricionales. Lo podemos encontrar como ingrediente en productos como galletas, barritas de proteína o pastas.

Antioxidantes

Por otro lado, una investigación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha demostrado que los insectos comestibles no solo destacan por su potencial como fuente de proteína, sino también de “compuestos bioactivos”. 

“La actividad antioxidante de los insectos ya había comenzado a evidenciarse en los últimos años para distintas especies de insectos comestibles, la cual ha sido principalmente atribuida a la fracción proteica de la harina obtenida a partir de estos insectos”, explica la doctora Diana Martin, directora del trabajo publicado en Food Chemistry que recoge El Periódico de Aragón. 

De este trabajo se deduce que la “capacidad inhibitoria” de la digestión de los lípidos de la dieta, “lo cual es de interés frente a problemas de salud como niveles elevados de triglicéridos o colesterol en sangre, así como sobrepeso u obesidad”.

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