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Los algoritmos del amor

La aplicación de citas Tinder. Fuente: | YOGAS DESIGN / UNSPLASH

La aplicación de citas Tinder. Fuente: | YOGAS DESIGN / UNSPLASH

Rocío Carrasco Camacho

El amor mueve el mundo. Es algo que no se puede negar. Pero… ¿amor romántico o amor líquido? La sociedad posmoderna no tiene una manera propia de amar. Las transformaciones culturales ponen de manifiesto llamativas diferencias generacionales y cambios en los modelos de relaciones sentimentales entre los Baby Boomers, la Generación X, la Generación Y y la Generación Z. Esta última trae consigo innovadoras formas de relacionarse en las que no hay un patrón común.

El amor romántico es una idealización del amor que este no necesita, porque el amor es más que eso. Laura Sagnier, autora de Las Mujeres Hoy: cómo son, qué piensan y cómo se sienten, comenta que a las mujeres desde pequeñas nos han contado que debemos encontrar a alguien que nos cuide y conseguir que esa persona sea feliz, lo que implica unos roles de género diferentes para hombres y mujeres, que no tienen nada que ver con lo que cada uno puede aportar a la relación. Unas palabras muy interesantes porque mucha gente no ve más allá de esta forma de pensar y sigue interiorizando, de forma inconsciente, tópicos asociados al amor romántico, los cuales generan expectativas de que el amor todo lo puede y que existe una persona absolutamente complementaria a nosotros.

También el mundo audiovisual ha exhibido mitos amorosos. Parece que amar es sufrir, que los celos son un indicador de amor y que la media naranja lo es todo. Esta ideología no favorece las relaciones de pareja porque la realidad no se corresponde con las historias ficticias de películas y libros. En ocasiones, se toleran situaciones de vejaciones porque la pareja pasa a convertirse en el proyecto más importante. No obstante, no se debe confundir control con lo que se conoce como amor.

La Generación Z muestra una despreocupación por el futuro de las relaciones porque cada vez es más consciente de que muchas de ellas son superficiales, efímeras y están marcadas por la tendencia de explorar. Se podría decir que se cambia tanto de pareja como de móvil. A esto el filósofo Zygmunt Bauman lo llamó amor líquido. Internet y sus herramientas virtuales han reforzado este concepto que tiene el individualismo como protagonista y que se sustenta en vínculos humanos frágiles. Al final lo que percibimos es que hay rechazo al compromiso y a las relaciones duraderas. por ello, se apuesta por relaciones líquidas, porque son un beneficio a corto plazo.

En estos vínculos, ¿la responsabilidad afectiva brilla por su ausencia? A veces sí, porque nos tratamos como objetos de consumo debido a la búsqueda de satisfacciones inmediatas. Simplemente consumimos relaciones. Parece que da vergüenza hablar de lo que sentimos por miedo a ser rechazados, por timidez o por evitar conflictos. Sin embargo, la comunicación es fundamental en una relación. Hay que darle valor s lo que sentimos y a lo que sienten los demás.

Y es que en el siglo XXI con solo abrirte un perfil en una aplicación de citas puedes forjar una relación. Una herramienta de los nuevos tiempos que revoluciona la forma de ligar. Un nuevo escenario para la búsqueda de relaciones. Internet ha hecho posible que se produzca este cambio tan novedoso en el terreno sentimental y sexual respecto a siglos pasados. Es más, no es necesario siquiera salir de casa para ligar. Las redes sociales lo facilitan todo, incluido el envío de nudes.

Tinder, Badoo, Meetic o eDarling son algunos ejemplos de aplicaciones para ligar que reflejan lo que hemos comentado con anterioridad. Son catálogos de perfiles donde buscas, comparas y pruebas. Si no te gusta una persona, la deslizas y a por la siguiente. Como si se tratase de un catálogo de mantecados. La cuestión es que se quiere todo de manera inmediata. En muchas ocasiones, da la sensación de que las relaciones son de usar y tirar, de que la gente tiende a cansarse rápidamente. Así, las apps han cambiado la forma que tenemos de relacionarnos con los demás, pero también han hecho estragos en la sociedad. Igual que hay gente adicta al sexo, estas herramientas pueden crear adicción: la de quedar con mucha gente y/o conseguir likes en Instagram y matches en Tinder.

Lo que está claro es que las relaciones sentimentales de la Generación Z están condicionadas por las nuevas tecnologías de las que tiene a su disposición la sociedad contemporánea. Internet es una gran herramienta que facilita el conocer a gente de manera rápida, pero que también abre la puerta a peligros como el ciberacoso y la adicción. A ello le sumamos el fácil consumo de la pornografía, lo que, en ocasiones, incita el aumento de la misoginia y de la cultura de la violación. La clave está en encontrar una forma propia de relacionarnos basada en la comunicación, el respeto y la libertad.

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