Marine Le Pen, referente de la ultraderecha francesa y presidenta honoraria del partido Agrupación Nacional, ha estallado públicamente tras conocerse la sentencia que la condena por desviar fondos públicos del Parlamento Europeo. El fallo no solo le impone una pena de prisión, sino que la deja fuera de juego de cara a las elecciones presidenciales de 2027, lo que ha generado un terremoto político en Francia.
La ex candidata al Elíseo ha calificado la decisión judicial como “un escándalo” y una “interferencia directa en la democracia”. Durante una entrevista en la cadena TF1, Le Pen aseguró que el juicio responde a intereses políticos: “Esto no es justicia, es una estrategia para sacarme de la carrera presidencial”.
La sentencia, dictada este lunes, impone a Le Pen cuatro años de prisión —dos de ellos con cumplimiento bajo vigilancia—, una multa de 100.000 euros y cinco años de inhabilitación para ejercer cargos públicos. El tribunal considera probado que lideró una trama de desvío de fondos europeos entre 2004 y 2016, utilizando supuestos asistentes parlamentarios para financiar labores del partido, según una información de Europa Press.
En total, 23 personas han sido condenadas por esta operación de malversación, que supuso el desvío de casi 3 millones de euros. Solo un acusado ha sido absuelto. Le Pen ha recibido la pena más severa.
La líder ultraderechista ha anunciado que recurrirá la sentencia “lo antes posible”, aunque reconoce que los plazos podrían jugar en su contra: “El proceso tardará entre 18 meses y dos años. Para entonces, quizá sea tarde. Pero no me rendiré”.
Le Pen afirma que seguirá luchando por limpiar su nombre y se apoya en el respaldo de sus votantes: “Millones de franceses creen en mí. Esta indignación será mi motor para seguir adelante”.
Preguntada sobre si Jordan Bardella, presidente de Agrupación Nacional, podría tomar su relevo como candidato presidencial, Le Pen fue ambigua pero desafiante: “Es un activo valioso para el partido, pero yo no pienso dejarme eliminar así. Aún hay partida”.
La sentencia llega en un momento crucial para la política francesa, con el ascenso de la extrema derecha como fenómeno consolidado y con una Agrupación Nacional cada vez más fuerte en las encuestas. Le Pen, lejos de mostrarse abatida, ha transformado el golpe judicial en un nuevo capítulo de su narrativa: la de una política perseguida por el sistema.