Las Fuentes Informadas

20 de septiembre de 2024
1 minuto de lectura
Fuente: Rafa
JOSÉ ELADIO CAMACHO

El periodista y sus fuentes, por principio, es un binomio indisoluble que deben transcurrir en paralelo. Las fuentes veraces y leales son necesarias para la veracidad de las noticias y por ende para el prestigio del medio de comunicación que las difunde. Tan importantes son las fuentes como la disposición de los maderos en una hoguera que impiden que la llama se expanda más allá del límite pretendido.

Nada que provenga de una fuente que actúe como parte interesada contendrá todos los elementos necesarios para la objetividad de aquello que se transmite. Una información sesgada de nada valdrá a los efectos que nos ocupan. Siempre son más interesantes las versiones de los hechos que se generan fuera de los canales oficiales.

Lo auténtico tiene su origen o proviene de sujetos interesados en difundir la verdad que late detrás de los hechos que se narran y se hacen públicos. Estos, generalmente, por su originalidad y rigor sólo pueden provenir de individuos que participan directamente en la noticia o están muy próximos a ella.

Por lo tanto, es preciso proteger a las fuentes que informan, siendo los más interesados los medios de comunicación, que aplican dicho criterio sin excepción alguna. Aproximarse a la verdad o certeza de las noticias implica por necesidad apartarse de los canales habituales o de las agencias difusoras de las mismas, a fin de evitar convertirse en un mero transmisor de propaganda.

El periodismo está ligado, es consustancial, al ideal democrático. Es piedra angular de los valores que defiende. Nadie puede dudar de que un periodismo con ataduras y sin mínimos resortes de libertad de difusión pueda tildarse de democrático en el sistema social al que sirve. Sin noticias contrastadas, sin fuentes generadoras de información de calidad y confianza, y sin una opinión forjada por profesionales del medio para que sirven estos. La prensa no puede estar dirigida exclusivamente por oligarcas o políticos.

Por último, considero que el control de los medios, por muy razonables que pudieran parecernos los motivos, es un dardo que acabará impactando en aquellos a los que se supone que van dirigidas las fuentes de información. Al final todos saldremos perdiendo.

Somos libres si podemos expresar ideas y además difundirlas, aún en el caso de que estemos involuntariamente errados. Si en la difusión o expresión de ideas se lesionan derechos protegidos el sistema judicial ya prevé mecanismos de control y resarcimiento, por lo que no es necesario que construyamos más cadenas.

Para Maria Carmen Zapatero. Ilustración Rafael Bonacasa.

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