JUAN DE JUSTO RODRÍGUEZ
A veces cuesta iniciar un pensamiento para plasmarlo en un papel. Los acontecimientos, aunque inútiles y alienantes, más tendentes a idiotizarnos que a la creatividad, nos condicionan y nos llevan a un embrutecimiento mental del que cuesta salir. Los medios de comunicación y las actuaciones de quienes se suponen un ejemplo para la sociedad no colaboran con la poca inteligencia natural que va quedando al alcance de esta humanidad, sumergida en el empacho consumista y en el trauma de la lejanía de la consecución de aquellos placeres televisivos que creemos nuestra felicidad, la culminación de nuestra vida.
Hoy es un día de melancolía, de introspección, de búsqueda de razones por las que insistir en la llamada a la vuelta de la razón democrática de quien actualmente dirige nuestra nación y a quien, como leal militante, he de dirigirme directamente a través de estas líneas y con el debido respeto a la Institución que representa. Las instituciones, tan respetadas por mí y tan puestas en entredicho por quien las representa, se han visto envueltas en diferentes maniobras de difícil comprensión para algunos de nosotros. Con extraños y dudosos pactos, consiguió su renovación en la cabeza del Gobierno.
Comenzaremos con un respetuoso saludo al secretario general del PSOE, actual presidente del Gobierno de España, para señalar que tengo el atrevimiento de dirigirle estas reflexiones como militante comprometido desde hace más de 50 años.
He de señalar que estoy absolutamente escandalizado por el devenir de los acontecimientos referidos a la renovación de D. Pedro Sánchez como presidente del Gobierno del Reino de España.
Conozco sobradamente su opinión con respecto a todos aquellos que no aceptamos su visión patética y distorsionada de España, y ello porque he sentido el desprecio de los “corifeos” que hoy le rodean y que antes rodearon a otros, siempre que el pesebre estuviera abierto y a la mano. Pero, precisamente, ese menosprecio me reafirma constantemente en mis pensamientos.
El Sr. Sánchez comenzó, tras una introducción no menor del Sr. Zapatero, con la liquidación del PSOE. Algún miembro del Gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero llegó a comentar en público y en presencia de algunos periodistas que “hemos de hacernos con el Gobierno para copar el Partido”. Estos inicios han abocado a una práctica desaparición de la democracia interna, algo que a día de hoy no solamente se ha “mejorado”, sino que se ha acrecentado hasta el punto de impedir el debate interno, tal y como hemos ido comprobando a lo largo del mandato del Sr. Sánchez, quien llegó al Gobierno tras pactos espurios, primero con comunistas de vía estrecha con múltiples vicios pseudocapitalistas. Esta iniquidad se remata con la firma de acuerdos con nacionalistas xenófobos y personajes que, a estas alturas y a pesar de la desaparición de su banda de cabecera, aún no han condenado los crímenes de esta, que no es sino ETA, cuestión que, sin lugar a dudas, es la que más inquietud me provoca.
Todas estas cuestiones me recuerdan a la parte más negra de nuestra historia de no lejanos años. El Sr. Sánchez ha conseguido reeditar las dos Españas. Muchos de nosotros cedimos ideales a favor de la reconciliación y con la absoluta conciencia de que pertenecíamos a un partido de gobierno que había de satisfacer el interés de TODOS los españoles. Quienes en la actualidad forman parte de este desatino han optado por los enemigos de la conciliación, por los amantes del “totum revolutum”, por aquellos que niegan el sentimiento español en su conjunto, por quienes su único interés, como el del propio Sánchez, es conseguir una parcela de poder, por pequeña que esta sea, o tan grande como el del propio Sánchez.
Sánchez y sus adláteres han despreciado la socialdemocracia y han abrazado el más rancio estalinismo. Sinceramente, creo que están superando a sus amigos Chávez y Maduro y sus satélites hispanoamericanos.
Sánchez y sus adláteres han concedido, frente a toda la legalidad constitucional, una amnistía a delincuentes condenados por sentencia firme que no han mostrado el más mínimo arrepentimiento. Ni siquiera han ofrecido contraparte a tan generoso obsequio, tal y como vemos en el día a día, o quizá nuestras cortas mentalidades no son capaces de verlo. Pero es que ni siquiera, sobre este asunto, se ha facilitado la más mínima información a los españoles y, desde luego, mucho menos a los propios militantes del PSOE, que el Sr. Sánchez & boys entienden deben estar a las órdenes y deseos de su “amado líder”.
Este núcleo gobernante, que basa su legitimidad en acuerdos contra natura y apoyados por quienes han aplaudido la muerte de nuestros amigos, compañeros y compatriotas servidores del Estado, se ha permitido dejar fuera del partido a compañeros con una trayectoria intachable, miembros históricos de nuestra Institución, militantes que han dado todo por el socialismo democrático y que, por el mero hecho de discrepar con las políticas sanchistas, se han visto despojados de sus derechos como militantes e incluso vilipendiados y ultrajados.
Para quienes hemos tratado de contribuir a la reconciliación de los españoles desde los más modestos lugares y puestos, coadyuvando a mejorar las condiciones de vida de nuestros compatriotas, empeñados en poner a España en el mapa internacional como ejemplo a seguir, la situación actual nos avergüenza. Nos cuesta salir a la calle y responder a las preguntas que se nos plantean por quienes nos votaron e incluso nos votan. Carecemos de argumentos capaces de explicar las razones, porque, señores advenedizos, nos las habéis machacado; no hay forma humana de explicar, desde el punto de vista de un socialdemócrata, vuestra posición y vuestros actos.
Pero todo esto no era suficiente; había que rematarlo, había que ponerle la guinda, y para ello se realizó la composición del actual Gobierno, penoso, incoherente, sin consistencia política, en el que cada cual campea a sus anchas y al que, para mayor miseria, le apoyan los hijos de ETA, con quienes se ha colaborado para desbancar a un partido histórico, con historia democrática y de lucha frente al franquismo, con el ánimo de desbancarlos del Gobierno Vasco para ser sustituidos por ETA.
El PSOE está hoy a la deriva y parece un partido marginal, muy lejos de aquella talla de partido de Estado. Asistimos a deleznables espectáculos, vemos cómo se insulta a jueces, vemos cómo se entra en discusiones propias de sobremesa cargada de espirituosos en los ambientes internacionales, y ello, desde la presidencia de la UE ¡qué vergüenza! Vemos “macarras” investidos de ministros, iletrados con pretensiones de estadista, y todo ello adobado con algo gravísimo: la comparsa de algún medio de comunicación en el que, además, vamos situando a los “amiguetes”, pero, como en todos los casos, no por valía sino por adhesión inquebrantable (¿os suena?). Repetimos los errores de Azaña y Largo Caballero con Cataluña: no se apoya a la clase trabajadora, simplemente se trata de enfrentarla entre sí y se domestica a los sindicatos.
Sr. Sánchez, ¿por qué no toma nota de lo que ha venido expresando el compañero Acosta en Portugal? ¿Quiere usted una España próspera y socialmente justa o pretende un nuevo enfrentamiento entre españoles? ¿Por qué le gusta tanto alimentar a los extremistas populistas de todo signo?
Sr. Sánchez, modifique su rumbo. España necesita un Estado fuerte.