Hoy: 19 de febrero de 2025
En su sentido más amplio, la utopía se refiere a sociedades ideales en las que todos los aspectos del bienestar humano están perfectamente satisfechos. Las ciudades utópicas, por lo tanto, se conciben como espacios urbanos perfectamente diseñados en los que cada elemento de su estructura y organización contribuye a la vida armoniosa y beneficiosa de sus habitantes.
Victor Hugo, el gran dramaturgo francés escribía: ¿Sabe cuál es mi enfermedad? La utopía. ¿Sabe cuál es la suya? La rutina. La utopía es el porvenir que se esfuerza en nacer. La rutina es el pasado que se obstina en seguir. Estas ciudades ideales a menudo se diseñan con una visión de futuro y se caracterizan por la presencia de avanzada tecnología, sistemas de energía renovable, planificación urbana eficiente y un enfoque en la sostenibilidad, la educación, la salud, la inclusión social y la independencia. La estructura de las ciudades utópicas suele estar fuertemente planificada y se organiza en torno a criterios de funcionalidad, belleza y eficiencia.
Por otro lado, tenemos la ciudad informal. En contraste con la utopía proyectada, la ciudad informal se refiere a los asentamientos que crecen y se desarrollan sin planificación previa y que a menudo enfrentan servicios insuficientes, mala infraestructura y marginación social. Estos espacios a menudo se ven en contextos de crecimiento demográfico rápido, conflicto, pobreza y desigualdad social. Las favelas, villas miseria o “bidonvilles” son ejemplos de este tipo de ciudad.
El concepto de gueto urbano y voluntario se refiere a tipos específicos de áreas residenciales. Los primeros son segmentos de la ciudad donde, debido a las condiciones socioeconómicas y raciales, se concentran grupos de población en situación de vulnerabilidad. Mientras que los segundos son aquellos donde individuos con similares intereses, nivel socioeconómico o estilo de vida, eligen vivir concentrados.
Los clubes y cotos, por otro lado, refieren a espacios que se apartan de los patrones de asentamiento urbanos convencionales y encarnan una versión de la utopía que se basa en la exclusividad, la seguridad y la privacidad. En estos lugares, la vida cotidiana está marcada por reglas y normas que defienden un modelo específico de convivencia y que pueden limitar la diversidad y la inclusión. El desafío para las ciudades del futuro es, por lo tanto, encontrar el equilibrio entre estos diversos modelos y aspiraciones. Una ciudad que pueda absorber la diversidad y vitalidad de una ciudad informal, con la eficiencia y sostenibilidad de una ciudad utópica; la pluralidad de sus guetos y la privacidad de sus cotos… será una ciudad que podrá resistir las exigencias cambiantes del tiempo y de sus habitantes.
Concluyo mencionando que en cualquier tipo de desarrollo urbano, sea utópico, planeado o no, lo que lo hace verdaderamente ciudad son las personas que la habitan. El “perfecto utopismo” se desbarranca si no tomamos en cuenta la pluralidad de ideas y enorme gama de manifestaciones culturales que confluyen en un territorio. Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra, afirmaba Gabriel García Márquez.
Habría que considerar la adaptabilidad o la resiliencia de los centros urbanos para aproximarnos a una utopía. Y es inobjetable que, ante la complejidad del mundo en el que habitamos, la multidimensionalidad, de la que habla el sociólogo francés Edgar Morin, se rebela como una fuerza intelectual y operativa fundamental para poder abordar los problemas de las ciudades actuales de manera estructural y holística.
*Por su interés, reproducimos este artículo de Antonio Peniche García, publicado en Excelsior