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La tragedia del turismo glaciar en un mundo que se derrite

Glaciar de Islandia. | Fuente: Europa Press

El deshielo acelerado y la contaminación aérea impulsan un turismo peligroso en los glaciares

Una trágica serie de eventos en el glaciar Valdez de Alaska resalta el peligro del turismo glaciar en un mundo donde estos impresionantes ríos de hielo están en retroceso. En 2019, un guía turístico, Zach Sheldon, descubrió tres cuerpos atrapados en hielo tras un desprendimiento. Las víctimas, dos alemanes y un austriaco, navegaban en el lago Valdez y se acercaron al glaciar atraídos por su llamativo color azul, sin saber que era una señal de peligro inminente.

El ‘turismo de última oportunidad‘ está en auge, con personas buscando experimentar los glaciares antes de que desaparezcan por completo. Sin embargo, este fenómeno también conlleva riesgos significativos, ya que los glaciares se vuelven más inestables y peligrosos a causa del cambio climático. A pesar de los esfuerzos por mejorar la seguridad de los visitantes, los guías turísticos enfrentan constantes desafíos ante un paisaje cambiante.

Expertos advierten que, si bien el turismo ha aumentado entre un 20% y un 30% anualmente, la comprensión de los riesgos sigue siendo limitada. Los desastres, como el fallecimiento de un turista en Islandia, o lo ocurrido en julio de 2022 en el glaciar Marmolada, en Italia, donde unas 64.000 toneladas métricas de agua, roca y hielo se desprendieron, causando una avalancha que mató a 11 personas, son recordatorios sombríos de la creciente inseguridad de los glaciares.

El catedrático de investigación turística de la Universidad de Linnaeus (Suecia), Stefan Gössling, declaró a CNN: “No cabe duda de que los riesgos han aumentado. Pero, ¿hace caso la gente? No estoy muy seguro”.

Además de los riesgos físicos asociados con los glaciares, el impacto ambiental del turismo aéreo es significativo. Los aviones, que transportan a turistas a estos destinos helados, son una gran fuente de contaminación ambiental que contribuye al calentamiento del planeta. Según estudios, cada tonelada métrica de contaminación por carbono derrite unos 30 pies cuadrados de hielo ártico, lo que implica que un vuelo de ida y vuelta entre Nueva York y Anchorage provoca la pérdida de alrededor de 70 pies cuadrados de hielo.

Con proyecciones que indican que muchos glaciares podrían desaparecer en las próximas tres décadas, el tiempo para ver estos majestuosos fenómenos de la naturaleza se está acabando. Sheldon afirma que podrían quedar sólo de seis a diez años para realizar excursiones a icebergs, destacando la urgencia de concienciar sobre el cambio climático y sus consecuencias devastadoras.

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