Hoy: 22 de noviembre de 2024
Vivimos en una sociedad donde la desinformación está a la orden del día y las percepciones sobre la desigualdad económica no es una excepción. La Encuesta Funcas sobre la percepción de las desigualdades económicas en España arroja luz sobre este asunto. Este sondeo fue diseñado y analizado por Analistas Socio-Políticos (ASP) vía online, entre el 19 y 30 de septiembre de 2019, sobre una muestra de 1.090 individuos, representativa de la población residente en España de 18 a 75 años.
Más de cuatro de cada cinco entrevistados consideran que las desigualdades de ingresos en España son elevadas. Hasta un 83,4% está totalmente (47,6%), o bastante (35,8%) de acuerdo con la idea de que las diferencias de ingresos entre unos españoles y otros son demasiado grandes.
La opinión crítica se trasluce también en la valoración que hacen los entrevistados de la evolución pasada de esta desigualdad económica y de su hipotética evolución futura. Un 69,7% cree que las diferencias de ingresos son hoy mucho (38,5%) o algo (31,2%) mayores que hace veinte años. Tan solo un 55,2% opina que aumentarán en los próximos veinte años.
¿Se corresponde esta visión pesimista del pasado con la realidad reflejada estadísticamente? La respuesta es no. Para argumentar la respuesta, basta con ver, a continuación, la evolución del coeficiente de Gini. El índice de Gini se mueve entre los valores 0 y 1. La variable 0 indica la máxima igualdad (todos los ciudadanos tienen los mismos ingresos) y 1 la máxima desigualdad (todos los ingresos los tiene un solo ciudadano).
Como se aprecia en el gráfico superior, España ni siquiera llega a rozar el valor intermedio de 0,5. Además, se observa una tendencia decreciente de dicho coeficiente. En otras palabras, España tiende a la igualdad en la distribución del ingreso. Pero si el primer gráfico ofrece alguna duda, a continuación se muestra la evolución de la distribución del ingreso en España desde 1980 hasta 2021.
Como se puede ver en el anterior gráfico, el 1% más rico del país acumula alrededor del 10% del ingreso total, mientras que el 50% más pobre y el 10% más rico, acumulan aproximadamente un 25% y 30%, respectivamente. Se aprecia una estabilidad en la evolución de la variable en cuestión. De hecho, se denota cierta convergencia entre el 10% más rico y el 50% más pobre. Todo ello es sinónimo de que el diferencial de ingresos entre estos dos grupos sociales tiende a reducirse.
Por lo tanto, ese pesimismo generalizado en cuanto a la inequidad económica lo único que aporta es el incremento de la desinformación de la ciudadanía, aparte de fomentar un clima de desconfianza.