Construir un silogismo está al alcance de cualquiera, éste, sin ir más lejos: La verdad os hará libres / si en España no hay verdad / los ciudadanos no son libres. Porque de eso se trata.
Ahora resulta que la ministra más suave, la de sonrisa continua y preocupante, de esas que acostumbran a morder con la boca cerrada, también nos ha engañado con las estadísticas de su anterior ministerio (ella misma lo ha confesado). La ministra de Trabajo trilea con los fijos, fijos discontinuos y otros laberintos para que nunca sepamos donde está la bolita. El presidente de Gobierno presentó su doctorado, que no es suyo, amén de su diaria costumbre de alterar significativamente la verdad. Su hermano, el músico, vive dentro pero paga fuera los impuestos. El fiscal general del Estado redactó un mensaje de revelación de secretos, del que dice no saber nada…. Esto es un sinvivir.
¿Quién dice la verdad en este país? El silogismo del principio es una verdad como un templo. Con razón, cuando Pilato le preguntó al Cristo qué es la verdad, se calló dulcemente, quizá adivinando lo que iba a pasar en España veinte siglos después.