Me uno hoy al inmenso coro de los defraudados por los Partidos de oposición que contribuyeron a que en El Congreso se aprobara, unánimemente, la ley que libera a los asesinos y humilla, una vez más, a quienes tuvieron que soportar la crueldad imperdonable del tiro en la nuca.
Al pueblo español le cuesta pagar a tantos asesores, enchufados, incapaces…como hay en todos los partidos políticos, encargados oficiales de la más absoluta negligencia, que ni siquiera son capaces de leer la letra pequeña de las leyes que les presentan con la picardía acostumbrada. Su principal obligación debiera ser no fiarse de aquellos que han crecido en las universidades del engaño. Torpes, más que torpes. Aún no habéis aprendido que la maldad se esconde en la esquina más dulce de todas las palabras. Hasta el evangelio reclama para los suyos la astucia de las serpientes.
Escribo hoy, como Alejandra Pizarnik, para que no suceda lo que temo. Menos mal que quedan jueces y responsables de altura que no permitirán la trampa adonde quieren llevarnos. Espabilen los demás y no se queden mirando al dedo mientras el sol nos achicharra.