Hoy: 14 de diciembre de 2024
Un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad de Washington en animales, publicado en Environmental Epigenetics, desvela que la exposición a diversos tóxicos a lo largo de generaciones puede intensificar la susceptibilidad hereditaria a enfermedades. La investigación se centró en ratas preñadas de una primera generación, expuestas sucesivamente a un fungicida común, combustible de aviones y diclorodifeniltricloroetano (DDT), un plaguicida.
La incidencia de obesidad, enfermedades renales y de próstata en la quinta generación no expuesta de estas ratas se vio agravada, por lo que registró un aumento de hasta un 70%. Los resultados revelaron alteraciones significativas en la epigenética de los animales, los procesos moleculares independientes del ADN que influyen en la expresión de los genes.
“Analizamos la exposición de varias generaciones porque este tipo de cosas ocurren de forma rutinaria, y las investigaciones anteriores solo se habían centrado en una única exposición”, explica Michael Skinner, profesor de biología de la WSU y autor del estudio. “Descubrimos que si varias generaciones se exponen a cosas diferentes, se produce una amplificación o un efecto compuesto en algunas enfermedades”, añade.
En el estudio, se evidenció que, en el caso de enfermedades relacionadas con los ovarios y los testículos, la incidencia aumentaba en la primera generación, pero parecía estabilizarse con exposiciones generacionales adicionales. Los análisis epigenéticos de cada generación mostraron alteraciones drásticas en su epigenética, lo que sugiere un impacto significativo en la evolución.
Skinner y sus colegas destacan que cada nueva exposición a tóxicos parecía reprogramar completamente el epigenoma en cada generación. Esta observación plantea preguntas sobre la influencia de la epigenética heredada en la evolución de las enfermedades y la importancia de comprender estos procesos.
Aunque el estudio no replica exactamente la historia de las generaciones humanas, se destaca que la población estadounidense ha estado expuesta a estos tóxicos en diferentes momentos. Los investigadores sugieren que una exposición secuencial en las generaciones humanas podría haber ocurrido, por ejemplo, con el uso del DDT en la década de 1950 y la exposición a plásticos en la década de 1970.
El estudio concluye que la exposición a múltiples sustancias tóxicas en generaciones pasadas puede tener un efecto combinado en nietos y bisnietos. Skinner destaca la importancia de conocer estas posibles repercusiones para abordar enfermedades de manera preventiva: “Conocer estas posibles repercusiones puede ayudar a las personas y a los médicos a abordar posibles enfermedades antes de que se desarrollen”.
Investigadores, como los del laboratorio de Skinner en la Universidad de Washington, se centran en la identificación de biomarcadores epigenéticos de enfermedades hereditarias como la obesidad, el autismo y los partos prematuros. Skinner enfatiza la necesidad de comprender el impacto de las actividades de generaciones pasadas: “Necesitamos saber en qué medida nos han afectado las actividades de generaciones pasadas”, concluye. “No podemos solucionar necesariamente este problema, pero es importante saber que ocurrió para poder tratar mejor los posibles problemas de salud mediante la medicina preventiva”.