Durante décadas, la cepa aviar conocida como H9N2 ha pasado desapercibida. En aves, provoca síntomas leves y rara vez se le ha dado importancia. Sin embargo, un estudio reciente en China revela que esta cepa está cambiando de manera preocupante. Los científicos han detectado que el virus está adquiriendo mutaciones que le permiten replicarse de manera eficiente en células respiratorias humanas.
Estas adaptaciones podrían facilitar que el virus se propague entre personas en el futuro. Los investigadores compararon virus aislados en 1999 y en 2024. Descubrieron que el H9N2 más reciente puede multiplicarse en el tracto respiratorio superior e inferior, algo que la versión antigua no podía hacer. Además, muestra mutaciones que surgieron dentro de pacientes humanos, lo que indica que el virus puede evolucionar dentro de su nuevo huésped.
Aunque todavía no se ha registrado contagio sostenido de persona a persona, los hallazgos son una alerta para la comunidad científica. La vigilancia internacional se vuelve esencial para detectar cualquier indicio de transmisión. Los expertos subrayan que la cercanía de humanos y aves de corral en muchas regiones facilita que el virus tenga oportunidades de adaptarse y evolucionar, según el EXCELSIOR.
El H9N2 no es solo un problema de Asia. Desde su primer salto a humanos en 1998, se han registrado casos en Hong Kong, China Continental, Bangladesh y Pakistán. También llegó al Oriente Medio, con casos en Omán, y a África, donde se detectó por primera vez en Egipto y Túnez. En África Occidental, Senegal y Ghana documentaron infecciones humanas recientes, incluida la de un niño de dos años en 2024.
El virus está profundamente establecido en aves de corral en estas regiones, y coexiste incluso con cepas más peligrosas como el H5N1. Esta combinación aumenta el riesgo de que los virus intercambien material genético y generen nuevas variantes más transmisibles. Las infecciones humanas suelen ser leves, pero la evolución silenciosa del virus exige vigilancia constante.
Los científicos recomiendan monitoreo regular de las poblaciones de aves y de las personas en contacto cercano con ellas. Detectar cambios genéticos tempranos puede ser clave para evitar un brote mayor. Aunque la H9N2 ha sido subestimada durante años, su capacidad de adaptarse a humanos y su circulación global la convierten en una amenaza potencial que no debe ignorarse.