Trump mantiene su ventaja en Arizona, Nevada, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia, mientras que Harris parte por delante en Wisconsin y Michigan
Los ciudadanos de los Estados Unidos están llamados este martes a las urnas para determinar el futuro político del país durante los próximos cuatro años. La vicepresidenta, Kamala Harris, aspira a mantener el Gobierno demócrata ante un candidato republicano, Donald Trump. El magnate busca hacer historia volviendo a la Casa Blanca cuatro años después, en un contexto en el que las encuestas evitan dar por sentada la victoria de alguna de las dos candidaturas.
Algunos de los ciudadanos ya han podido ejercer su derecho al voto por correo e incluso de manera presencial, pero este martes será el gran día. Al cierre de los colegios electorales (la mayoría lo harán entre la 1.00 y las 6.00 horas de la España peninsular), comenzará un goteo de proyecciones y resultados a partir del cual se conocerá al futuro inquilino de la Casa Blanca.
En el sistema electoral de EE UU, los ciudadanos no eligen de manera directa al presidente, sino a los integrantes del Colegio Electoral, en virtud de un particular sistema que establece que la candidatura vencedora en cada estado se lleva todos los representantes en juego en dicho territorio; a excepción de Maine y Nebraska, donde el reparto es proporcional.
No se dispone de un gran organismo federal a través del que seguir la noche electoral, lo que hará que el goteo de proyecciones de los grandes medios vaya tiñendo el mapa de azul o rojo en función de cada estado.
Las últimas encuestas
La media general de encuestas da una clara ventaja a Harris en voto popular, pero la exsecretaria de Estado Hillary Clinton experimentó hace ocho años que no basta con obtener más sufragios que su rival, sino imponerse en zonas claves, los conocidos como swing states. Estos territorios no votan claramente demócrata o republicano y oscilan en función de cada cita.
La media nacional de encuestas de RealClearPolitics apunta que en los estados en disputa, Trump mantiene su ventaja en Arizona, Nevada, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia, mientras que Harris parte por delante en Wisconsin y Michigan.
La Casa Blanca no es lo único que está en juego. La Cámara de Representantes, controlada actualmente por el partido republicano, se renovará totalmente, y en el Senado, con dominio demócrata, se ponen en juego una tercera parte de los escaños.
Controlar el Legislativo o al menos una de las dos Cámaras es imprescindible para que un presidente pueda tener margen de maniobra política, tanto simbólica como práctica.
Fin a una campaña convulsa
Estados Unidos llega a la jornada electoral tras una de las campañas más convulsas de la historia reciente.
En un inicio, el ticket demócrata debían compartirlo Biden y Harris, pero el mal desempeño del presidente en su debate televisado contra Trump y una sucesión de errores que reavivaron el debate sobre su avanzada edad y le forzaron a hacerse a un lado. Su figura parecía ya amortizada.
Fue entonces cuando la vicepresidenta tomó las riendas con el aval del presidente y sin primarias de por medio, algo excepcional en el Partido Demócrata.
En el bando opuesto está Trump. El popular líder se presentó de nuevo a las primarias de los republicanos, dispuesto a arrasar y sin un mínimo contrapeso dentro de su partido. A Trump no parece haberle pasado factura ni el asalto al Capitolio de enero de 2021, protagonizado por cientos de sus seguidores, ni los múltiples frentes judiciales que tiene abiertos.
En mayo, se convirtió en el primer expresidente condenado en Estados Unidos, por falsificar registros para comprar el silencio de una exactriz porno, Stormy Daniels, poco antes de los comicios de 2016.
Trump ha sobrevivido en campaña a un intento de asesinato el pasado 14 de julio. Un individuo disparó en pleno mitin en Pensilvania antes de caer abatido por las fuerzas de seguridad. El candidato resultó herido en una oreja, mientras que un hombre que asistía al acto falleció, lo que desencadenó una ola de solidaridad y condena unánime en plena ola de polarización política.
A mediados de septiembre, el magnate volvió a ser víctima de otro intento de ataque en su propio club de golf en Florida, si bien la persona detenida no llegó a efectuar disparo alguno.
Leyes y tradiciones
Aunque se tenga un claro ganador este martes, no habrá un recambio inmediato en el Despacho Oval. El sistema político de Estados Unidos viene marcado por una mezcla de leyes y tradiciones que arranca con la celebración de las elecciones el primer martes después del primer lunes de noviembre y concluye el 20 de enero del año siguiente ante la entrada principal del Capitolio con la investidura formal del próximo presidente o presidenta.
Quien pronuncie el discurso triunfante tendrá que lidiar con las grandes preocupaciones de la sociedad. La economía, aparentemente en auge, sigue preocupando a los ciudadanos. También la inmigración se ha colado entre las preocupaciones generales, con un Trump hablando abiertamente de “invasión”.
En asuntos sociales, la demócrata ha hecho especial hincapié en que con Trump en la Casa Blanca derechos de las mujeres como el del aborto estarán en peligro. Ha advertido, durante la campaña, de una tendencia de retroceso que ya comenzó con un dictamen del Tribunal Supremo en junio de 2022. Trump también ha hecho gala en campaña de ser un presidente garante de la paz y ha llegado a decir que, si él hubiese seguido cuatro años más en el cargo, Vladimir Putin no se habría atrevido a invadir Ucrania o no existiría la actual escalada de violencia en Oriente Próximo.
En lo que sí coinciden ambos aspirantes es en dejar claro que Israel es el principal aliado en esta región, pese a las críticas deslizadas por la Administración Biden al primer ministro Benjamin Netanyahu.
Al otro lado del Atlántico, en Europa, tanto en la órbita de la UE como de la OTAN se observa con atención la cita a la expectativa de lo que pueda ocurrir. Harris simboliza para la gran mayoría de los gobiernos la continuidad de las políticas de Biden, mientras que Trump ya demostró que está dispuesto a añadir más presión política, económica o en materia de Defensa sobre sus teóricos aliados europeos.