Mientras Oriente Próximo camina por la cuerda floja, Estados Unidos mantiene bajo llave su as bajo la manga: una bomba que no necesita propaganda porque perfora el silencio. La Massive Ordnance Penetrator (MOP GBU-57) no solo es la mayor bomba antibúnker del arsenal estadounidense, sino la única con la capacidad de alcanzar instalaciones nucleares fortificadas como las de Fordow, la joya oculta del programa nuclear iraní. Según una información publicada en Europa Press.
El mundo ha escuchado hablar de ella en susurros. Su existencia es casi mitológica, pero sus especificaciones son contundentes: más de 13 toneladas de peso, un cuerpo de acero de 6 metros de largo y la capacidad de atravesar más de 60 metros de roca sólida antes de liberar sus 2.200 kilos de explosivos.
Su diseño fue concebido pensando en dos nombres concretos: Irán y Corea del Norte. Así lo ha reconocido el ex coronel del Ejército estadounidense Steve Ganyard, quien asegura que esta bomba fue “diseñada específicamente para destruir instalaciones de armamento subterráneas que desafían los límites del hormigón y la lógica”.
El detonante, en todos los sentidos, se encuentra bajo una montaña cerca de la ciudad iraní de Qom. Allí, en la central nuclear de Fordow, Irán esconde sus reservas más críticas de uranio enriquecido, según denuncian fuentes israelíes. Un complejo blindado con cinco túneles y capas de protección natural que lo convierten en casi inalcanzable… salvo por la MOP.
Israel ha identificado el lugar como una amenaza directa. Pero carece, al menos por ahora, del armamento y las aeronaves necesarias para lanzar este tipo de bomba. Solo los bombarderos B-2 de Estados Unidos, que despegarían desde la base de Whiteman (Misuri) y tardarían unas 15 horas en llegar a la región, pueden transportar este peso muerto que despierta con precisión quirúrgica.
Mientras la región contiene el aliento, las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump oscilan entre la bravuconería y la diplomacia confusa. Ha dejado entrever que Irán busca un acercamiento con la Casa Blanca, pero no descarta un ataque. “Puede que lo haga o puede que no”, dijo con la indiferencia con la que se amenaza a un vecino incómodo.
Trump insiste: Irán no puede tener armas nucleares. Pero lo que no dice —y todos entienden— es que Estados Unidos sí tiene el medio para evitarlo, aunque el costo sea impredecible.