Las autoridades portuguesas interceptaron un narcosubmarino que transportaba más de 1,7 toneladas de cocaína en el Atlántico central. La embarcación semisumergible se dirigía hacia la Península Ibérica y fue detectada gracias a información recibida por el Centro de Análisis y Operaciones Marítimas (MAOC) en Lisboa.
Un buque portugués localizó el sumergible a unas 1.000 millas náuticas de la costa de Lisboa. Además, la operación contó con el apoyo de la Agencia Nacional contra el Crimen del Reino Unido y la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos. Las imágenes muestran a la policía y a la marina rodeando la embarcación antes de abordarla. Finalmente, las autoridades incautaron la droga y detuvieron a los cuatro tripulantes, presuntamente de origen sudamericano: dos ecuatorianos, un venezolano y un colombiano.
Tras comparecer ante un tribunal en las Azores, los sospechosos ingresaron en prisión preventiva. La marina portuguesa advirtió que la embarcación era demasiado frágil para remolcarla, por lo que se hundió en el mar, según apunta BBC.
Vítor Ananias, jefe de la unidad policial portuguesa contra el narcotráfico, destacó que la diversidad de nacionalidades de los detenidos refleja que la organización responsable opera más allá de un solo país. «Este tipo de envío muestra la coordinación y el alcance internacional de estas redes criminales», señaló durante una rueda de prensa.
Según explicaron las autoridades, la operación fue fruto de semanas de seguimiento y análisis de inteligencia. Los expertos en narcotráfico marítimo subrayaron que los submarinos semisumergibles se han convertido en uno de los métodos más usados para transportar drogas de Sudamérica a Europa. Su construcción sencilla y su capacidad de permanecer bajos los radares los hacen difíciles de detectar.
El caso pone de relieve la cooperación internacional en la lucha contra el tráfico de drogas. Portugal, Reino Unido y Estados Unidos trabajaron de manera coordinada para localizar y detener el sumergible antes de que llegara a su destino. La incautación de 1,7 toneladas de cocaína representa un golpe importante a las finanzas de la organización criminal.
La operación concluye con un mensaje claro de las autoridades: el narcotráfico internacional enfrenta cada vez más vigilancia y colaboración entre países, y cualquier intento de trasladar drogas a gran escala será rastreado y detenido.