En un ‘estado judicial’ como el que rige en España dejar fuera de la ecuación poselectoral del domingo el tema de la ley de amnistía dando por hecho un factor judicial que no lo está sería minusvalorar los recursos en liza
El sentido común -el menos común de los sentidos- te llevaba a entender tras el anuncio de su candidatura para el 12 de mayo que Carles Puigdemont haría una excelente elección. Porque Puigdemont es un candidato de la rabiosa actualidad política imperante en España y en el mundo. Es nuestro fenómeno vernáculo, recorriendo Europa en un remedo de aquel fantasma, el comunismo, de Carlos Marx vaticinado en su manifiesto de 1848, así como en Estados Unidos lo ha sido y vuelve a serlo Donald Trump o Javier Milei en la Argentina de 2023, lo que no prejuzga la existencia de una especie de tripartito o identidad de los tres.
Puigdemont sería el ‘retorno triunfal’, a horcajadas de Pegaso, el caballo alado de Zeus, dios del cielo y de la tierra, que, en este caso, sería la soñada ley de amnistía, por la que nadie daba un duro. Que esa excelente elección además sería un chute para la campaña dominada de antemano por una gris performance del partido bifronte de Pere Aragonés y Oriol Junqueras, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), sin un candidato a la moda americana o argentina. Y, claro, ese mismo sentido común dictaba que el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) volvería a ganar con Salvador Illa las elecciones esta vez con mucha más fuerza.
Los sondeos y parece -solo parece-que los votantes van a confirmar ese cuadro con mayor nitidez. Un retorno triunfal de Puigdemont desde Waterloo -los mismos nombres tienen su épica- hasta las mismas barbas -que no tiene- Illa, y un desfondamiento de Aragonés.
Y, entonces, las conclusiones apuntan en general a la dificultad -previsible por otra parte desde la convocatoria- de formar gobierno después del 12-M.
Y al hecho de que Puigdemont puede tener la sartén por el mango si iguala -lo que es mucho decir- o se pone ligeramente por debajo de Illa.
Habrá que ver si las encuestas prohibidas que están augurando tal desenlace -una paridad en escaños- aciertan porque es lo cierto que su previsión da al mismo tiempo una importante diferencia de votos a favor de Illa que resulta difícil para proyectas una paridad en escaños.
Pero vayamos al grano.
La ley de amnistía no es un hecho.
El Partido Popular, siempre tan bravo, ha postergado el ejercicio de su veto a la totalidad de la ley de amnistía en el Senado, donde posee mayoría absoluta, para dos días después del 12-M. Ha preferido guardar la ropa.
La ley tras salir del Senado regresa al Congreso de los Diputados.
La mesa del Congreso tiene que llevarla a un Pleno y ponerla en su orden del día. No siempre va tan rápido, vamos, de un día para el otro. De momento, el 21 de mayo, cuando vuelven sus señorías después de un largo receso de un mes, no está previsto.
El Congreso de los Diputados, una vez levantado el veto del Senado, pues, tendrá que votar la ley. Y ya votada, irá al Boletín Oficial del Estado (BOE).
¿Cuándo?
¿El 30 de mayo?
No lo sabemos.
¿Querrán Pedro Sánchez y el PSOE aprobar la ley de amnistía a una semana de las elecciones europeas del domingo 9 de junio, incluso en la segunda semana de campaña?
Parece difícil, ¿no?
Porque entonces la actualización súbita de la amnistía como asunto central de la campaña será natural, nada forzado.
Todos nos acordaremos de golpe que, en efecto, había una amnistía rondando por ahí.
Es que, una vez publicada en el BOE, tras la aprobación en el Congreso, Puigdemont retorna a España.
Imaginemos que según sea el resultado del domingo 12 de mayo en Cataluña y según como le vaya al PSOE en las elecciones europeas del 9 de junio, la amnistía aún no se ha aprobado.
Se va a aprobar, seguro. Pero todavía no ha tenido lugar el voto solemne en el Congreso.
Figuremos: las elecciones del 12-M las gana Illa, en votos y escaños. Puigdemont dice: Illa has ganado, pero yo me he quedado a 2 escaños. Digamos: Illa obtiene 40 escaños y Puigdemont 38 escaños (Illa ganará en votos porque Barcelona es donde más gana, pero la proporción de escaños no es la misma porque en Lleida y Girona se priman mucho porque son circunscripciones que eligen más diputados de los que les correspondería).
Por tanto, supongamos que resulten muy cercanos en escaños aunque en votos siempre va a cosechar mucho más Illa.
Pues Puigdemont dice: si me vota ERC y la CUP yo llegó a los 63 escaños. Esto no es evidentemente mayoría, Illa, pero tú te tienes que abstener porque no llegas a 63, no logras esa mayoría. La mayoría simple la consigo yo.
Ergo, sigue Puigdemont: o tú te abstienes o yo dejo de dar apoyo a Sánchez en Madrid. Porque está claro: tú, PSOE, no vas a unirte con Vox, PP, habida cuenta de que solo con los Comuns no llegas. Illa, prosigue Puigdemont, no te toca a ti gobernar la Generalitat. Me corresponde a mí, porque yo sí puedo sumar con ERC y la CUP.
Tenemos aquí un planteamiento de fuerza, por no usar palabras más gruesas, de Puigdemont.
¿Está inerme el PSOE?
No son pocos los que estiman. que sí.
Pues no está inerme.
Recordemos: la ley de amnistía no está aprobada. Y se puede retrasar poco o mucho. Depende. Tres diputados del PSOE, por ejemplo, se ausentan en la votación el día en que se somete la ley de amnistía. No van. Se han encontrado mal ese día. Salen 175.
Pero no sirve para la aprobación, porque es una ley orgánica. No se gana con más síes que noes. O sale 176, mayoría absoluta, o no hay ley. Es tener 176. No hace falta que voten, no. Solo con no votar alcanza.
Se paraliza, pues, la ley durante dos meses.
Y aquí es donde Sánchez le envía el mensaje a Puigdemont: Illa ha ganado en Cataluña, tenemos más escaños que nadie, deja que Illa sea presidente, por favor, sé razonable.
Porque si nos hacemos daño…, porque, claro, sabes bien que mi gente no lo entendería.
Fíjate Carles, tres diputados no han ido a votar y claro, después de las europeas, que nos han ido francamente mal, para nosotros lo que estás pidiendo, la abstención del PSC para que tú seas president tiene un coste impagable, no puedes conseguir que yo me abstenga en tu investidura cuando he sacado más votos y más escaños.
Porque esa es la propuesta ahora ya sobre la mesa de Puigdemont: me tenéis que investir por mayoría simple si hace falta, más síes que noes.
Esto es: la abstención del PSC.
Este cuadro imaginario probablemente no va a ocurrir.
Pero esta ecuación nos alerta de una cosa: hasta que la ley no esté en el BOE después de la votación en el Congreso, en España puede pasar de todo.
Son dos meses, no te preocupes, puede decirle Sánchez a Puigdemont, ha pasado esto con los tres diputados, pero en dos meses se arregla.
O no.
En dos meses se habrá tenido que desbloquear la investidura en el Parlament.
El cuadro imaginario podría plasmarse según el resultado del domingo.
Con las encuestas tan malas para ERC, esta semana se puede producir más trasvase de votos de ERC a Junts. Es más guay Junts. ERC no lo es. ERC -así lo presenta Puigdemont- es el monaguillo del PSOE y entonces con este efecto, Junts podría estar igualando -ver para creer -en número de escaños con el PSC, nunca de votos.
El cuadro de situación descrito vale para un escenario de igualación en escaños de PSC y Junts. Solo para tal caso.
Parece que ERC sigue drenando votos hacia ETC esta semana, y la operación Sánchez (me quedo, no me quedo, me quedo) terminó como cabía esperar: sigue de presidente. El impacto a favor de Illa será, pues, más limitado que si se hubiera marchado.
¿Repetir elecciones?
Si se repiten se repiten, Junqueras podría ser candidato.
Pero volvemos a la amnistía: tiene que estar aprobada. Y, una vez más, no parece que eso ocurra antes de las elecciones europeas.
El día que se publica en el BOE Puigdemont vuelve.
Por tanto, antes de las europeas es fatídico para las aspiraciones del PSOE en España tener aprobada la amnistía.
La fuerza del PSOE -el arma? podría decirse el ‘botón nuclear’ -es tener los votos para aprobar la amnistía. Una vez aprobada el PSOE pierde fuerza de negociación. Cuanto más se demore, mejor.
Pero hay otra dimensión clave: si no hay mayoría independentista el 12 de mayo supone una bocanada de viento en las velas del PSOE en su periplo hacia las europeas. Podrían decir: fijaos como hemos conseguido nosotros la desactivación del bloque del procés, han perdido la mayoría, el Parlament, por ejemplo, ya no es el mismo: no está por la autodeterminación porque no hay mayoría favorable para ello. Nos debemos a lo que diga el Parlament.
Misión cumplida: Cataluña pacificada; adiós a las armas (procés). Sería el gran slogan de las europeas y no la flamante amnistía votada una semana antes.
Si vuelve Puigdemont y hace una OPA (Oferta Pública de Adquisición) a ERC -no podéis apoyar a los monaguillos de Illa- se crisparía más la situación.
Hasta que no se apruebe la amnistía están sentados en la mesa del dentista, los dos se tienen cogidos (¿saben aquél del dentista que se dispone a meter el fórceps en la boca del paciente y este, que le tiene bien apretado, le dice ¿no nos haremos daño verdad doctor?)
En román paladino: no me fastidies la investidura de Illa cuando ha sido claramente el más votado y puede formar un tripartito porque si lo haces, no saco la ley de amnistía.
Me diréis: es difícil para el PSOE no aprobar la amnistía porque sería también un desastre. Es muy cierto. Pero no le va tan mal demorar su aprobación.
Y otra cosa: Puigdemont va a perder la inmunidad como diputado europeo del 13 de julio.