Hoy: 22 de diciembre de 2024
Son tres formas gramaticales que se emplean para mencionar a personas de las que se desconocen sus nombres o sencillamente no se quieren pronunciar. Aún así, su uso es tan famoso a nivel mundial, que han servido como títulos de películas (‘Si fulano fuese mengano’, de Mariano Ozores; o ‘Fulano y mengano’, de J. Romero Marchent); funciones de teatro o eslóganes de bebidas.
La más utilizada de las tres es Fulano, que proviene del árabe (fulān) y significa “cualquiera”. En España, existen referencias a su uso desde el siglo XIII, cuando Gonzalo de Berceo aseguró que escribía gracias al ‘alma de un monje de fulana mongía’. El rey Alfonso X ‘el Sabio’ también recurrió a ella en las Partidas cuando dijo: “descomulga a fulano ome”.
Por su parte, Mengano también tiene un origen árabe (man kān), cuyo significado es “quien sea”. Esta palabra es utilizada en segundo lugar como acompañante de fulano.
De Zutano se desconoce a ciencia cierta su procedencia, pero es muy probable que deba su origen a la palabra latina scitānus, que significa “sabido”.
Los tres nombres pueden ir en diminutivo (fulanito, menganita o zutanita), con apellido (de tal, de cual…), o indistintamente en masculino y femenino.
No obstante, en sus variantes femeninas (fulana, mengana y zutana), la primera se usa de forma peyorativa para referirse a una mujer como prostituta (“es una fulana”).