Feijóo se beneficiará de la amnistía ‘catalana’ cuando ‘le toque’

10 de noviembre de 2023
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El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. | EP

No, cuidado, lejos de mi afirmar que Alberto Núñez Feijóo necesita que le apliquen la ley de amnistía. La realidad es esta: al Partido Popular, que sigue sin comerse una rosca en Cataluña (ni en Eskadi), le vendrá bien los efectos a largo plazo del bálsamo de Fierabrás que supondrá la amnistía sumada al indulto de 2021.

El doble juego del PP estos días – llamando a rebato a sus militantes a movilizarse- no es más que la continuación de una artillería de desgaste por todos los medios -en primer lugar, los del sindicato mediático-judicial- contra el gobierno de coalición naciente Sánchez-Díaz iniciada prácticamente desde la formación del anterior, el de Sánchez-Iglesias, en enero de 2020, en los albores de la pandemia del coronavirus.

La ilusión era entonces que Sánchez caería como una fruta madura ante la ofensiva conjunta de Casado-Abascal con la inestimable cooperación necesaria, en primera línea, de un Tribunal Constitucional dominado por el sector conservador, un Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) dirigido por El Zar Carlos Lesmes, el gran seleccionador de magistrados, y una judicatura de jueces activistas. El sindicato mediático-judicial hizo todo lo posible, lo intentó a todas horas y en todas las circunstancias. Pero no lo consiguió.

El bloqueo del Poder Judicial fue una de las claves de la estrategia de Casado primero y de Feijóo más tarde.

Cuando Manuel Marchena, presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, estaba en el último año de su primer mandato, 2018, y se aprestaba a presidir el tribunal del procés, el PP y el PSOE -fíjate por dónde- estaban ensillando el caballo de la presidencia del Tribunal Supremo el CGPJ para que Marchena diese el salto, una conjura dentro del PP lo dinamitó (el famoso watsapp de Ignacio Cosidó redactado por Diego García Egea con información de Rafael Catalá), días después que su nombre saliera en una información de El País. Pero entonces el PP estaba dispuesto a aceptar -a cambio de la presidencia de Marchena- una presencia de 9 vocales contra 11 vocales del PSOE.

¿A qué viene esta historia? A lo siguiente: en aquellos días el PP no tenía objeción, “controlando la Sala Segunda por detrás” -según explicaba Cosidó a su grupo de senadores- alguna al sistema de elección. Más tarde se convirtió el pretexto.

Ese bloqueo se hizo más duro cuando era preceptivo renovar el Tribunal Constitucional. Feijóo y el anterior presidente, Pedro González-Trevijano (caducado), siguiendo las recomendaciones del sindicato mediático-judicial, se empeñaron a fondo en impedirlo. Fracasaron.

Por todo ello resulta poco comprensible, por ejemplo, la lectura de personalidades como Felipe González sobre esa situación el 8 de noviembre.

Dice que el CGPJ caducó. Claro. Su mandato de cinco años venció en 2018. “Y caducó -señala- porque no les interesaba pactar realmente la renovación del CGPJ. Muchos puestos por nombrar, sí; no es bueno que no se nombren, no, no es bueno. Ahora, el CGPJ es una obligación constitucional- Respetemos las instituciones”

En otras palabras, González critica al PSOE y al PP, pone un signo igual: “no les interesaba”. La realidad ha sido otra y no es un secreto para González. Y es que el PP, bajo Casado y Feijóo, tenía en el CGPJ y el TC dos cañones de artillería contra Sánchez.

González ha entrado en una fase buenista. LOS enfrentamientos de estos días son a su modo de ver un ejemplo de la división y polarización acentuada por esta amnistía en marcha.

“Una amnistía que no tenga el consenso de las dos cámaras nunca funcionará, deshará”, ha afirmado. La negociación de José Luis Rodríguez Zapatero tampoco tuvo el consenso de las cámaras, más bien la guerra del PP contra el PSOE . No rompió España, no se vendió Navarra.

De la misma manera que el gobierno del PP se vio beneficiado, como todos, con el fin del terrorismo etarra, Feijóo –que considera a Carles Puigdemont una persona que no le ha mentido, que no engaña y por quien profesa respeto.

se verá beneficiado por la amnistía, tras el indulto, que, según admite González, ha pacificado o relajado Cataluña. Cuando el ciclo político pendular se incline hacia el PP -todo llega- Feijóo, si es que sobrevive en su posición, podrá hacer política en Cataluña en lugar de pedir leña al mono.

Casado creyó que su acceso al poder sería a horcajadas del coronavirus y la violenta depresión económica; Feijóo apostó a que ganaría de calle a lomos de una “profundísima crisis económica” , y ahora, según dijo en en su investidura fallida, su entrada en Palacio “se ha retrasado”. Pues eso, con una Cataluña en la que ya no tendrá que ocuparse de los temas penales.

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