Hoy: 24 de noviembre de 2024
Leo en los medios que a una de las protagonistas de la serie “La casa de papel”, a Itziar Ituño, le han hecho un boicot y varias marcas le han retirado o rescindido los contratos por haberse atrevido a hacer público, a manifestar su Derecho a expresarse y encabezar, y atreverse, a tocar con las manos desnudas una pancarta “pro-etarra”.
Vuelvo a constatar lo hipócritas que somos. Se nos llena la boca de Derechos Humanos, pero luego se nos olvidan cuando hay que aplicar ese respeto a los Derechos Humanos a los demás.
Para entender bien lo que diré al final de este artículo voy a contar un poco de mi historia.
El 23 de enero del año 1995, la banda terrorista ETA asesinó al concejal de San Sebastián Gregorio Ordoñez de un tiro en la nuca en el bar “La Viña” de la parte vieja de Donostia. Por aquel entonces lo que es hoy el PP tenía su sede en Amara y uno de sus responsables era Jorge Moragas Sánchez. Este hombre tenía amistad con otro amigo mío: José Félix Ramajo, hoy en día asesor de seguridad de las celebritis mundiales como Cristiano Ronaldo y su mujer.
Jorge Moragas le pidió a José Félix Ramajo ayuda, apoyo en el funeral de Gregorio Ordoñez. Así que ni cortos no perezosos nos personamos José Félix Ramajo, otro hombre del que no digo su nombre y yo, con mi coche, un Peugeot 405 blanco, con matrícula de Palencia y con mis armas cortas, un par de pistolas y un revolver. Yo era por aquel entonces Sargento Primero del Ejército y tengo que recordar que por aquellos días no había escoltas asignados a los concejales y personajes públicos varios.
Llevamos a la hermana de Gregorio, Consuelo Ordoñez desde su casa hasta el cementerio y al Hotel María Cristina donde se celebró el velatorio o un homenaje, un acto en definitiva, y de vuelta a casa.
Ese acto me costó que mi coche y por lo tanto mi familia y mi persona estuviéramos en los papeles de ETA como objetivo a suprimir, a eliminar, a matar.
Mi hija, Verónica aprendió antes a mirar debajo del coche para ver si nos habían colocado una bomba lapa o pararse en el portal de casa para detectar posibles tiradores que a montar en bicicleta.
He vivido 25 años con una pistola al cinto en prevención de que vinieran a por mí.
Por lo tanto, lo que voy a decir ahora tiene mucho más peso específico que si lo dice alguien a quien la violencia y el terrorismo de ETA le ha tocado de oídas.
A pesar de todo esto, yo también apoyo la lucha para que los presos vascos cumplan sus condenas cerca de casa. Esos presos ya han sido juzgados. Esos presos ya han sido condenados. Casi todos a penas larguísimas. 30 o 40 años que se van a comer de principio a fin porque a nuestros políticos les sale muy rentable hacer apología de un castigo sin fin, de una política penal “del enemigo”, para ellos.
Cumplimiento íntegro. Nada de esos mal llamados “beneficios penitenciarios”, esto es permisos y 3ª Grado. Y a todo ello le sumamos la dispersión y el cumplimiento de sus condenas a cientos o miles de kilómetros de su casa, de sus familias, de sus amigos.
El artículo 12.1 de la Ley Orgánica General Penitenciaria establece que: “La ubicación de los establecimientos será fijada por la Administración penitenciaria dentro de las áreas territoriales que se designen. En todo caso, se procurará que cada una cuente con el número suficiente de aquellos para satisfacer las necesidades penitenciarias y evitar el desarraigo social de los penados.”
Tanto el Reglamento Penitenciario como la Jurisprudencia de los Altos Tribunales continúan en el mismo sentido: Los presos deben cumplir sus condenas lo más cerca de su casa, de su ambiente social para evitar el desarraigo y potenciar la resocialización.
Por lo tanto la Administración está obligada a potenciar, a intentar que los presos cumplan sus condenas lo más cerca de sus familias, de sus amigos, de su entorno social. Y ¡Sí! ¡Ya se´! Los familiares de las víctimas de ETA no pueden ir a verlos a ningún otro sitia salvo al cementerio. Cierto.
Pero se supone que estamos en un Estado Social y Democrático de Derecho. Y ello implica que se debe aplicar la ley de igual manera para todos. Salvo que lo de Estado Social y Democrático de Derecho sea tan solo una pantalla de humo para decir al resto del mundo lo “progres” que somos y después seguir actuando al estilo de Franco.
Durante la dictadura los presos podían ver rebajada su condena en un tercio al abonarle un día por cada dos de condena siempre que trabajara. A todos excepto a los condenados por el Tribunal Especial de la Masonería y el Comunismo, ya que eran sujetos: “no aptos para la corrección”.
ETA dejó las armas hace tiempo. Sus miembros se han arrepentido en mayor o menor medida. Y creo que la situación política les ha demostrado que la vía para dirimir los conflictos son las urnas y el debate político y no pegar tiros en la nuca o poner bombas.
Por lo tanto, yo también estoy a favor del acercamiento de los presos vascos al País Vasco. Porque así lo dice la ley y así está ordenado. Y todos los hipócritas que ahora le cancelan los contratos a Itziar Ituño, les digo que echen la vista atrás, cuando en los años 70 u 80 sus empresas pagaban el impuesto revolucionario, apoyando de esa manera la lucha armada y pagando las balas con las que se asesinaba a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del estado y a los “enemigos de la Patria Vasca”.
No tuvieron cojones en aquel entonces, como Heraclio Fournier o la familia Ibarra de poner un dinerito a buen recaudo para el caso de que les pasara algo a ellos o a sus familiares, y con ese dinerito contratar a una familia italiana que se encargara de saldar cuentas matando al responsable y a toda su familia.
Ahora son muy valientes y se apuntan a la hipocresía y a la vulneración de los Derechos Fundamentales que dicen defender.
Ahora bien, presos vascos hay muchos y no solo lo son los etarras. El Gobierno Vasco debe darse cuenta de ello y acordarse de los que no pertenecemos a ETA y cumplimos condena fuera del País Vasco.
A mí me ha cotado 7 años y medio el traslado a la cárcel de mi provincia de origen, Guipúzcoa.
Aupa Iztiar. Y Euskal Preoak Etxera.