España cuenta con más de 9,3 millones de personas nacidas en el extranjero. Representan el 19,1% de la población total, que asciende a 49,15 millones, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) a 1 de abril de 2025.
Colombia, Venezuela y Marruecos son los principales países de origen. La comunidad colombiana ha crecido un 60% desde 2021. Ya supera los 856.000 residentes, en su mayoría jóvenes profesionales que se han instalado en grandes ciudades, según El Diario de Las Américas.
En este contexto, una reflexión difundida en redes sociales ha ganado notoriedad. Un ciudadano español, citando al escritor Arturo Pérez Reverte, denuncia:
“Hemos permitido una inmigración descontrolada, sin reglas claras, sin exigir integración… No con discursos vacíos, sino con decisiones valientes… No es racismo pedir que quien llega respete nuestras leyes… No me callo más. Esto no es racismo… es sentido común”
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El autor del vídeo insiste en que no se trata de rechazar a quienes llegan, sino de proteger una cultura basada en la libertad, la igualdad y el respeto a las leyes. Plantea:
“¿Es xenofobia exigir que nadie imponga costumbres machistas o religiosas en una sociedad que ha luchado siglos por la libertad?”
El vídeo aparece en pleno auge del debate migratorio. Sus críticas se dirigen al gobierno español, al que acusa de aplicar medidas “vacías” y de no fomentar una integración real.
Señala como ejemplo positivo a Italia y advierte que, de no actuar con firmeza, España podría enfrentar situaciones como las vividas en Francia, Bélgica o Suecia. Afirm:
“Estoy harto de callarme por miedo a que me llamen racista, xenófobo o fascista”
Su testimonio reabre la discusión: ¿puede España sostener un modelo multicultural sin cohesión ni exigencias mínimas de integración?
El mensaje ha calado en sectores que reclaman una política migratoria equilibrada. Piden evitar los extremismos, pero también abordar los efectos negativos de una inmigración sin filtros.