Tras el fenómeno de Del revés 2, Pixar regresa con Elio, una nueva aventura que aterriza en los cines. La película, codirigida por Madeline Sharafian, Domee Shi y Adrián Molina, nos presenta a un niño de 11 años imaginativo y solitario, que sueña con ser abducido por extraterrestres para encontrar su lugar en el universo. A través de esta premisa de ciencia ficción, la historia aborda temas como la incomprensión, la soledad y el deseo de encajar, envolviéndolos en una divertida y emocional odisea espacial.
«Investigamos mucho sobre la soledad y la soledad infantil en particular y hablamos con el entonces cirujano general, el Dr. Vivek Murthy y nos habló de cómo la gente, especialmente los jóvenes, están experimentando una epidemia de soledad«, señala Sharafian en una entrevista concedida a Europa Press, explicando que, aunque la revelación les apenó, también la entendieron perfectamente.
Sharafian reflexiona sobre el contexto actual de la película: «Ahora vivimos en un mundo pospandémico y fue un suceso realmente aterrador para todos. También creo que las redes sociales no siempre acercan a la gente, sino que te hacen ver lo que tienen los demás y lo que hacen y sentirte aún más separado de ellos».
Esta visión se refleja directamente en la evolución del personaje de Elio. «Da la sensación de que ahora mismo existe una visión casi pesimista de la Tierra. Que hay una especie de sensación de que nunca podremos entendernos, y de que cada individuo es una isla», apunta Sharafian. En la película, ese punto de partida se transforma a medida que Elio experimenta la conexión real, ofreciendo al público “un poco más de esperanza en la conexión”.
La historia de Elio no solo muestra la experiencia del niño protagonista, sino también de los adultos que lo rodean, como su tía Olga. «Está asumiendo deberes parentales y equilibrando su carga de trabajo y creo que se siente un poco sola», observa la productora Mary Alice Drumm. «Todos hemos sentido eso alguna vez y hemos querido huir, ya sabes, dejar la Tierra, quizá no ser abducidos, pero creo que todos tenemos esos momentos», añade.
La animación, para sus creadoras, también es una vía de expresión emocional. «Definitivamente siento que la animación puede ser una terapia. Verla y también hacerla», expone Shi, añadiendo que, en su caso, cuando va al cine busca «escapar» pero también «salir con una mejor comprensión de sí misma o del mundo». «Y creo que, en Pixar, nos presionamos para hacer eso con cada una de nuestras películas. Creo que es por eso que tardan tanto en hacerse, porque estamos tratando de contar historias universales entretenidas, pero también queremos que la gente se lleve algo de nuestras películas», explica, añadiendo que esa es también la esperanza con Elio.
Sharafian concluye destacando que todos los directores volcaron sus propias vivencias en el guion. «Cuando era pequeña me sentía como si me faltara una pieza, como si no lo entendiera. No congeniaba con la gente como debería», recuerda, reconociendo que, al igual que Elio, ellos también fueron «el chico raro y artístico del instituto».