Hoy: 23 de noviembre de 2024
El Sínodo ha aprobado un documento que concluye con el ambicioso proyecto de renovación y escucha introducido por el Papa Francisco en 2021. Uno de los cambios más destacados es la apertura de la Iglesia a que las mujeres puedan acceder al diaconado. Este ministerio ordenado, al igual que el de los sacerdotes, permite realizar funciones como bautizar, bendecir matrimonios y celebrar la liturgia de la Palabra, y ha estado tradicionalmente reservado solo a hombres en la Iglesia católica.
El párrafo 60 del texto, que no tiene carácter vinculante y refleja la opinión mayoritaria de los 368 padres y madres sinodales que han participado en la asamblea durante las últimas tres semanas, sostiene que “sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal”. “Es necesario un mayor discernimiento a este respecto”, se lee en el texto.
Asimismo, se hace un llamado “a la plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con el papel de la mujer, especialmente en aquellos lugares que aún no se han explorado”. “No hay nada en las mujeres que les impida desempeñar funciones de liderazgo en las Iglesias: lo que viene del Espíritu Santo no debe detenerse”, añade el documento.
Por otro lado, se solicita prestar más atención “al lenguaje y a las imágenes utilizadas en la predicación, la enseñanza, la catequesis y la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia, dando más espacio a la contribución de mujeres santas, teólogas y místicas”.
El Vaticano ha presentado una lista con el número de votos obtenidos por cada uno de los 155 párrafos que componen el documento. Así, el mencionado párrafo 60, que aborda el papel de las mujeres en la Iglesia y afirma que estas siguen encontrando “obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de su lugar en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia”, fue validado con 258 votos a favor y 97 en contra, lo que lo convierte en el más controvertido.
En contraste, los demás párrafos que proponen hacer de la Iglesia un lugar más inclusivo y menos clerical han encontrado mayor consenso; solo otras dos proposiciones recibieron más de 40 votos en contra. Una de ellas es la número 125, que sugiere que las Conferencias Episcopales puedan contar con un estatuto teológico y jurídico, además de definir con mayor precisión su ámbito de competencia doctrinal y disciplinar, siempre sin poner en peligro “la unidad y la catolicidad de la Iglesia”.
El documento destaca que esta competencia “puede favorecer la auténtica enseñanza de la única fe de manera adecuada y contextualizada en diversos entornos, identificando las expresiones litúrgicas, catequéticas y disciplinarias”.
Asimismo, el párrafo 148, que enfatiza la necesidad de que los itinerarios de discernimiento y formación de los candidatos al sacerdocio “se configuren al estilo sinodal” con una mayor presencia de mujeres en el proceso de elección, también ha encontrado oposición. Esta propuesta obtuvo 315 votos a favor y 40 en contra. Se pide que en el proceso de elección de los seminaristas haya una “presencia significativa de figuras femeninas” y también “en la vida cotidiana de las comunidades, educando para colaborar con todos en la Iglesia y practicar el discernimiento eclesial”.
El documento final también da luz verde a la creación de “ministerios” específicamente para laicos, que no necesariamente tendrían que estar vinculados al ámbito litúrgico. Esta posibilidad, ya planteada por el Concilio Vaticano II, ha sido ilustrada en los últimos años a través de la creación de los ministerios de catequista, lector y acólito.