El primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, anunció este domingo su dimisión. La decisión llega en un momento de creciente presión interna y fuertes críticas. Su propio partido, el Partido Liberal Demócrata (PLD), había insistido en que debía abandonar tanto la secretaría general como el cargo de primer ministro.
Ishiba reconoció durante una rueda de prensa que la pérdida de la mayoría parlamentaria fue un factor decisivo. “Siempre he dicho que decidiré qué hacer en el momento oportuno. Dado que las negociaciones arancelarias con Estados Unidos están avanzando, creo que ahora es el momento oportuno”, afirmó. Con estas palabras, dejó claro que su renuncia no es un gesto precipitado, sino meditado.
La dimisión también responde a una situación de fractura interna. Miembros del PLD presionaban desde hace semanas, destacando la necesidad de un cambio en la dirección del partido. La reciente derrota en las elecciones a la Cámara Alta intensificó estas tensiones. Para muchos analistas, la caída electoral evidenció que el liderazgo de Ishiba ya no contaba con la confianza suficiente dentro de su formación, según ha publicado Europa Press.
Ishiba subrayó que su salida busca facilitar la llegada de nuevos líderes. “Quiero dar paso a la próxima generación”, señaló, reflejando su intención de abrir espacio a figuras jóvenes dentro del PLD. A pesar de renunciar, aseguró que seguirá cumpliendo con sus responsabilidades hasta que se elija a su sucesor.
El primer ministro también quiso dejar un mensaje de estabilidad. Su renuncia se produce mientras Japón mantiene negociaciones importantes con Estados Unidos sobre aranceles y comercio. Según él, es vital que el país no experimente un vacío de poder en momentos críticos. Su enfoque, insistió, es asegurar una transición ordenada y responsable.
La decisión de Ishiba marca el fin de una etapa en la política japonesa. Tras años al frente del PLD, su dimisión refleja no solo los desafíos internos del partido, sino también la presión de una opinión pública exigente y de un contexto parlamentario complejo. Ahora, el país observa con atención quién liderará la próxima fase del PLD y cómo afrontará los retos políticos y económicos que Japón tiene por delante.