Se convierte así, a sus 92 años, en el primer venezolano en recibir el galardón
La clave del éxito de un literato residen en mantener su imaginación joven. Rafael Cadenas lo sabe mejor que nadie. A sus 92 años ha recibido el Premio Cervantes, el máximo galardón de las letras españolas, el reconocimiento a una trayectoria vital dedicada en cuerpo y alma a la creación.
“No sé si voy a poder ir a España a la ceremonia”, ha admitido. “Estoy un poco limitado por los años”. Estas limitaciones pueden achacarse al plano físico, pero no al que concierne a la abstracción, que ha mantenido un ritmo infatigable durante tres cuartos de siglo.
Cadenas nació en Barquisimeto (Venezuela) en 1930, y a los 16 años ya publicó su primer poemario, Cantos iniciales (1946). A su opera prima le han seguido una veintena de obras líricas de todas las formas y colores, en las que se ha sumergido en el lado más oscuro del alma humana y ha tratado el tema de la existencia humana y el sentido de la vida.
El jurado ha aplaudido su “poder transformador de la palabra cuando la lengua es elevada al límite de sus posibilidades creadoras”. “El poeta hace destilar de las palabras su esencia deslumbrante, colocándolas en el territorio dual del sueño y la vigilia y haciendo que sus poemas sean una honda expresión de la existencia misma y del universo, poniéndolas también en una dimensión que es a la vez mística y terrenal”.
El poeta reconoce que el secreto de su lucidez no es otro que “leer muchísimo, poetas de todas partes, de todos los países”. “Escribo todos los días”, sentencia. Su última publicación, Contestaciones, vio la luz en 2018, aunque él mismo asevera que no será su postrer aliento. “Estoy preparando un pequeño libro sobre Rilke, que era checo pero escribía en alemán”, anuncia, dispuesto a exprimir su capacidad creativa hasta el último estertor.