El Padre José Trinidad González Chacín: una vida entre la fe y el folclore zuliano

9 de agosto de 2025
7 minutos de lectura
El Padre José Trinidad González Chacín. | Fuente: Wikipedia.

«La mayor manifestación de la caridad es la alegría.» – San Juan XXIII

En el corazón de Maracaibo, por la histórica vía Los Haticos por Abajo, donde resonaban los ecos de la Upaca, se alza la Iglesia Cristo de Aranza. Pero la verdadera historia comienza mucho antes, en la tranquila Isla de Toas, donde un 24 de julio de 1915 nació un hombre extraordinario: José Trinidad González Chacín, el undécimo de doce hermanos, hijo de Luis González Morán y María del Carmen Chacín de González.

Los primeros años y el llamado divino (1915-1942)

La infancia del futuro sacerdote estuvo marcada por la profunda fe de su madre, quien le enseñó las oraciones sencillas que lo acompañarían toda su vida: «Con Dios me acuesto, con Dios me levanto, y la Santísima Virgen me cubra con su manto». Estas palabras, grabadas en su corazón desde niño, serían el fundamento de su vocación sacerdotal.

La tragedia llegó temprano a su vida cuando en 1926, a sus once años, falleció su madre. El Padre Farías, recién ordenado, ofició los servicios de sepultura, dejando una huella profunda en el joven José Trinidad. Fue precisamente este mismo sacerdote quien, tres años después, visitó la Escuela Federal número 55 de Isla de Toas y, en acuerdo con el maestro, le preguntó al adolescente si quería ser sacerdote. El joven, aún marcado por la pérdida materna, respondió afirmativamente con una convicción que definiría su vida: «Quería ser padre para decir misa por mi madre. No tenía otra ilusión».

El 29 de abril de 1929, con apenas 14 años, ingresó al Seminario de Maracaibo, donde cursó secundaria y latín. Posteriormente continuó sus estudios de filosofía y teología en el Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima en Caracas, destacándose académicamente con menciones honoríficas: cum laude en lógica y ontología, summa cum laude en psicología y cosmología, y cum laude en teología dogmática.

El 19 de septiembre de 1942, en la Santa Iglesia Catedral de Maracaibo, fue ordenado sacerdote por el Excelentísimo Señor Marcos Sergio Godoy, Obispo del Zulia. Acompañado por el Padre Mariano Parra León, canónico de la catedral y futuro obispo, José Trinidad González Chacín iniciaba así un ministerio que duraría más de medio siglo.

El párroco del Carmelo: Deporte y fe (1942-1949)

Monseñor Godoy lo envió como párroco a la Iglesia del Carmelo, en el municipio autónomo Urdaneta. Al llegar, encontró «un pueblo solo al que le hacía falta Dios». Con visión pastoral innovadora, identificó que había mucha juventud y pocos espacios para las prácticas deportivas. Siendo él mismo amante del deporte, solicitó a una familia local que le cedieran un terreno que estaba lleno de tunas y monte.

Con la colaboración de los jóvenes de la parroquia, limpiaron el terreno y fundó el Club de Béisbol El Carmelo. Esta estrategia resultó brillante: la feligresía asistía a misa y luego salían juntos al campo de béisbol para ver los partidos entre el equipo local y los invitados. Personalidades del béisbol como Luis Aparicio «el viejo» y el «Carrao» Bracho llegaron a reforzar el equipo en algunas ocasiones.

El Padre González también organizó las famosas procesiones de la Virgen del Carmen por el Lago de Maracaibo, recorriendo todas las riberas hasta llegar a Maracaibo y regresando por la misma vía en horas de la noche. Estas procesiones se convirtieron en eventos memorables para la comunidad.

Cristo de Aranza: El hogar espiritual definitivo (1949-1999)

En 1949, el Padre González fue trasladado como párroco a la Iglesia Cristo de Aranza, un templo con una historia extraordinaria. Considerada una de las primeras construcciones eclesiásticas de Maracaibo y, para algunos historiadores, la más antigua del estado Zulia, sus orígenes se remontan a inicios del siglo XVI. La imagen del Cristo de Aranza tiene más de 470 años y llegó por el Lago de Maracaibo en circunstancias casi legendarias. El templo, declarado Monumento Histórico Nacional en 1960, había servido incluso como depósito de armas durante la Guerra de Independencia.

Al llegar, encontró la estructura muy abandonada, con puertas y techo destruidos. A través de donaciones y su incansable gestión, logró restaurar el templo, siendo la obra más significativa la sustitución del techo de zinc por uno de madera, aunque posteriormente las autoridades locales lo cambiaron por uno de menor calidad.

El sacerdote Gaitero: Fe y folclore unidos

Fue en Cristo de Aranza donde el Padre González desarrolló plenamente su faceta artística. Fundó el conjunto gaitero «Juventud de Aranza», donde fue solista el entonces joven Daniel Alvarado, quien se convertiría en el inolvidable «Negrito Fullero», ícono de la actuación y el canto de gaita. Este grupo ganó el premio del concurso Ondas del Lago con la gaita «Guayana Esequiba», de autoría del Padre González y música de Daniel Alvarado.

Su único long play, «Veinticinco Estrellas», fue grabado en honor a los veinticinco años de la solemne coronación de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.

El carisma del Padre González trascendía lo meramente espiritual. Era un hombre de singular apostura, muy guapo, con una presencia que cautivaba. Se cuenta que las mujeres se desvivían por escuchar sus misas y homilías, atraídas tanto por la sabiduría de sus palabras como por la figura imponente que las pronunciaba. Complementando su personalidad, solía movilizarse en un característico Buick, detalle que acentuaba su singular presencia en las calles de Maracaibo.

Su amistad con figuras como Jesús «Chichilo» Urribarrí, cantante y empresario gaitero, figura central de agrupaciones legendarias como Cardenales del Éxito, Gran Coquivacoa y Pillopo, subraya su profunda conexión con el corazón cultural de Maracaibo.

Capellán de la Guardia Nacional: Servicio a la Patria (1952-1982)

El 9 de mayo de 1952, el Padre González fue asimilado a la Guardia Nacional con el grado de subteniente, iniciando así 30 años de servicio como capellán castrense. Durante este período, creó el panteón de la Guardia Nacional y promovió las misas de campaña. En dos ocasiones, en 1967 y años posteriores, estuvo en el teatro de operaciones durante el período de la guerrilla.

Su ejemplar servicio fue reconocido con la Orden Militar General en Jefe Rafael Urdaneta, la más alta condecoración militar venezolana creada en 1946 para premiar a los oficiales por sus años de servicio y conducta intachable. Recibió esta distinción en tres ocasiones: en 1962 por sus primeros 10 años de servicio, de manos del presidente Rómulo Betancourt; en 1972 por 20 años, otorgada por el presidente Rafael Caldera; y en 1982 por 30 años de dedicación, conferida por el presidente Luis Herrera Campins.

Se jubiló el 9 de mayo de 1982 con el grado de Teniente Coronel, coincidiendo con su última condecoración. Sin embargo, aún después de su jubilación oficial, continuó prestando servicios espirituales a la institución.

Un ministerio diverso y fructífero

A lo largo de su vida sacerdotal, el Padre González ocupó numerosos cargos eclesiásticos:

● Canciller Secretario de la Diócesis del Zulia

● Vicario Coadjutor de la Iglesia Santa Bárbara

● Capellán del Colegio Nuestra Señora de Lourdes (Hermanas Lourdistas)

● Secretario del Capítulo Catedralicio de la Diócesis del Zulia

● Maestro de Ceremonias de la Santa Iglesia Catedral

● Capellán del Hospital Coromoto

● Capellán del Colegio Nuestra Señora de Chiquinquirá (Hermanos Maristas)

También ofició por años en la majestuosa Basílica Nuestra Señora de Chiquinquirá, hogar de la Patrona del Zulia, y en la venerable Catedral de Maracaibo, sede episcopal de la arquidiócesis.

El contexto histórico: Venezuela en transformación

El ministerio del Padre González se desarrolló durante uno de los períodos más transformadores de Venezuela. Desde su ordenación en 1942, bajo la presidencia del General Isaías Medina Angarita, hasta su fallecimiento en 1999, fue testigo y partícipe de profundos cambios sociales, políticos y económicos.

Vivió la transición de una sociedad agraria a una nación petrolera, el vertiginoso crecimiento de Maracaibo como epicentro de la actividad petrolera, el Trienio Adeco (1945-1948), la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1948-1958), la restauración democrática con el Pacto de Punto Fijo (1958), y las crisis económicas de los años 80 y 90.

En este contexto de cambios acelerados, el Padre González supo adaptar su pastoral a las nuevas dinámicas urbanas y sociales, utilizando la gaita como medio para comentar la realidad social y política del Zulia, manteniendo siempre viva la esencia del ser zuliano.

El legado eterno

El 13 de abril de 1999, tras sufrir complicaciones derivadas de una diabetes que padeció por muchos años, falleció el Padre José Trinidad González Chacín. Sus restos descansan en el Cementerio de La Chinita, vía a Perijá, un lugar simbólico que une su memoria a la Patrona del Zulia y a la carretera que conduce al corazón rural del estado.

El Padre González, conocido también cariñosamente como el «Cura Yeyé» por su dedicación incansable a la juventud durante más de medio siglo, dejó un legado que trasciende el tiempo: el de un sacerdote que comprendió que la espiritualidad no es ajena a la alegría, a la cultura, a las tradiciones que nos definen ni al compromiso cívico. En cada gaita que suena, en cada verso que celebra a Maracaibo, en cada acto de servicio, una parte de su espíritu sigue vivo.

Su vida fue un testimonio de cómo la fe se vive con pasión, con cercanía y con la profunda humildad de un «hombre de pueblo» que supo ser pastor, artista y servidor de la patria a la vez, demostrando que, como decía San Juan XXIII, «la mayor manifestación de la caridad es la alegría».

«El amor no se predica, se practica.» – Madre Teresa de Calcuta

Dr. Crisanto Gregorio León

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