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El Laberinto

Mosaico que representa el mito de Teseo y el Minotauro en el laberinto

Mosaico que representa el mito de Teseo y el Minotauro en el laberinto

Busco en cada una de mis reflexiones la intensidad serena de palabras y de ideas que nos convengan sin ánimo de que alguien pueda ofenderse, teniendo en cuenta, sin embargo, el sentir de Aristóteles: “un amigo de todos es un amigo de nadie”. Si hay una cierta disciplina en lo que digo es pura pedagogía. Por eso hoy se me ocurre escribir sobre el Laberinto de Creta. Y aplicarlo, claro está.

Siete doncellas era el tributo que los atenienses debían enviar a Creta para satisfacer al minotauro en aras de la paz, hasta que Teseo decidió un día unirse a las siete doncellas de la ofrenda y liberar a su pueblo de semejante esclavitud, matando al minotauro. Pero fue Ariadna, hija del rey de Creta quien se enamoró de Teseo y le ofreció un ovillo de hilo para salir del laberinto. Con él salió Ariadna enamorada, aunque Teseo pronto se le fue el amor dejando a Ariadna dormida y desconsolada en Naxos.

Así la encontró Dionisio y se casó con ella.

Monstruos, laberintos, tributos, amores y traiciones se me figura que forman parte del paisaje que hoy vivimos en España y como mi intención no es el juicio ni la crítica desgarrada e inútil, simplemente orecer, restaurar consignas que puedan sacarnos de este laberinto donde el tiempo y el mundo nos acechan.

Quizá, escribía Hegel, es preciso que estalle el corazón del mundo para alcanzar una vida más alta. Me parece extraordinaria la aportación intelectual que nos ofrece María Zambrano en su libro La Agonía de Europa y que tiene que ver con todo esto, con sentirnos dentro de un laberinto sin salida. La filósofa escribe: Europa no hereda de Grecia sus dioses, nuestro Dios, el Dios de nuestra civilización viene de un pueblo semita. Es, de todos los dioses, el Dios creador por excelencia, el que ha sacado el mundo de la nada. Un  Dios que adquirió figura humana, carne mortal para morir y, todavía más, para ser devorado por los hombres. Actividad divina llevada al extremo por una inagotable misericordia.

Entiendo yo, desde esta perspectiva intelectual, que cuando el ser humano intenta desalojar de la sociedad al Dios de sus valores, con los que ha construido y asentado la grandeza de Occidente, se debilita y divide en mil pedazos., como recuerda San Agustín que estaba su corazón sin Jesucristo, antes de ser descubierto.

Y a nosotros, sin este Dios que es semita y misericordioso, regresamos sin remedio al laberinto que no tiene salida; y además, para colmo, hoy sólo nos queda el minotauro, exigiéndonos el tributo de diferentes doncellas.

La romántica Ariadna sigue despechada por los interés y los egoísmos… Entre Teseo y este minotauro nuestro exigente para su provecho, nos están dejando el País sin hilo, sin amor, sin ovillo y sin vergüenza.

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