El ‘Gran Hermano’ español vigila al turismo

2 de diciembre de 2024
2 minutos de lectura
El 'Gran Hermano' español y el turismo
Dos clientes en la recepción de un establecimiento hotelero. /FI

Hasta ahora conocíamos el Gran Hermano de la cadena Tele 5. Ya saben una casa en la montaña en la que se encierran un grupo de concursantes para ser observados noche y día por un sinfín de cámaras. Ahora hay un segundo ‘granhermano’ obra del Ministerio del Interior que obliga a los clientes de los hoteles y demás alojamientos (en este apartado se incluyen hoteles, hostales, pensiones, casas de huéspedes, establecimientos de turismo rural o análogos, campings y zonas de estacionamiento de autocaravanas) a dar una multitud de datos personales para poder registrarse. La medida se extiende además a las empresas de alquiler de vehículos. Básicamente, el ‘gran hermano’ que vigila al turismo.

Hasta ahora llegaba usted a un hotel o similar, entregaba su Documento Nacional de Identidad y quedaba ‘fichado’ con sus datos personales. Los de usted y los de su acompañante. En total creo que eran siete referencias básicas, suficientes para identificarlo sin problemas. Pues desde este lunes las cosas han cambiado y de 7 tendrá que dar 47 referencias y datos de información personal que incluyen hasta el número que calza. Bueno, a tanto no llega, pero tiempo al tiempo.

Si entra en Internet en su habitación van a comprobar qué ha visto y que buscado. Cuando pague deberá aclarar si lo hace en efectivo o con tarjetas y el tipo y banco a las que están asociadas. Quieren saber dónde vive y casi, casi, a qué dedica el tiempo libre, que por desgracia no tiene nada que ver con la canción de Perales.

 Sostiene el Ministerio del Interior que se intenta combatir el terrorismo y la delincuencia. Y puede que efectivamente sea una manera de hacerlo, pero la medida, aprobada y publicada este lunes en el Boletín Oficial del Estado, arroja dudas que tienen que ver con la pérdida de vulneración de privacidad de los viajeros y con derechos fundamentales.

¿Tenemos que renunciar a derechos de todo tipo en favor de un estado policial en el que todos pasamos a convertirnos en sospechosos de antemano? Personalmente no lo apruebo, pero reconozco que tampoco tengo una posición absolutamente contraria porque sé que yo no tengo qué temer y que se trata más únicamente de una cuestión de incomodidad pero tal vez necesaria para poner más inconvenientes a los malos que quieran ocultarse.

Somos observados a cada paso que damos por una ciudad, y hemos perdido el derecho a la intimidad. Pagamos muy caro una inmensa mayoría las fechorías de unos pocos y, cámara a cámara, datos a dato, hemos perdido nuestra libertad. Cosas de los nuevos tiempos y de la tecnología, que todo lo ve y todo lo sabe, y cosas de los malditos que desprecian las vidas inocentes a cuenta de estúpidos y miserables ideales que brotan del fanatismo.

La medida perjudica a nuestra libertad y acarrea un enorme problema para los establecimientos y agencias de viaje, ya que desde ahora se alarga el registro con más burocracia y obligaciones porque son ellos los que, además, deben comprobar la veracidad de la información que aportan los clientes y se enfrentan a sanciones de hasta 30.000 euros para quienes incumplan las medidas.

Sí, el mundo se hace cada día más pequeño y peligroso.

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