Una reciente investigación ha reabierto el debate científico sobre el destino final del universo con una conclusión sorprendente: su desaparición total ocurriría mucho antes de lo que se creía.
El nuevo estudio, desarrollado por tres científicos de los Países Bajos, replantea el ritmo al que se desintegrará el cosmos. El equipo está formado por el experto en agujeros negros Heino Falcke, el físico cuántico Michael Wondrak y el matemático Walter van Suijlekom, todos de la Universidad Radboud de Nimega.
Según sus cálculos, los últimos remanentes estelares dejarán de existir en aproximadamente 10⁷⁶ años (un 1 seguido de 78 ceros), una cifra gigantesca, pero significativamente menor a la estimación anterior de 10¹¹⁰⁰ años. El estudio fue publicado en la revista Journal of Cosmology and Astroparticle Physics y es la continuación de un trabajo anterior difundido en 2023.
En aquella publicación, el mismo trío ya había argumentado que no solo los agujeros negros se evaporan por radiación de Hawking, sino también otros cuerpos densos como las estrellas de neutrones.
A raíz de esos hallazgos, surgió la gran pregunta sobre cuánto tiempo tarda ese proceso. La nueva investigación responde con un giro relevante: el universo perderá su materia mucho más rápido de lo que se preveía.
Todo parte de una revisión de la teoría formulada por Stephen Hawking en 1975, que revolucionó la física al plantear que los agujeros negros pueden emitir radiación y perder masa. Según Hawking, en el borde de un agujero negro pueden generarse pares de partículas subatómicas que se destruyen mutuamente, pero si una escapa mientras la otra es absorbida, el agujero pierde una fracción de su masa.
Este fenómeno, conocido como radiación de Hawking, implica una lenta pero continua evaporación.
Lo innovador del enfoque de los científicos neerlandeses es que extienden esa idea a otros objetos celestes. Sus cálculos demuestran que la evaporación no es exclusiva de los agujeros negros, sino que también afecta a estrellas de neutrones y enanas blancas, siempre que tengan un campo gravitacional suficiente.
Una de las conclusiones más sorprendentes fue que el ritmo de evaporación no depende de la fuerza del campo gravitacional, sino de la densidad del objeto. De hecho, descubrieron que estrellas de neutrones y agujeros negros estelares se desintegran en exactamente el mismo tiempo: 10⁷⁶ años.
Este resultado causó desconcierto en el equipo, ya que los agujeros negros ejercen una fuerza gravitatoria mucho mayor por su densidad extrema.
«Pero los agujeros negros no tienen superficie. Reabsorben parte de su propia radiación, lo que inhibe el proceso», explicó Michael Wondrak. Esa diferencia estructural hace que los agujeros negros pierdan energía a un ritmo similar al de otros cuerpos densos con superficie.
El estudio también analizó cuánto tardarían en evaporarse objetos más pequeños, como la Luna o un ser humano. El resultado fue el mismo: 10⁷⁶ años. Aunque en estos casos existen otros procesos físicos que actuarían antes, los datos sirven para ilustrar la extrema lentitud del fenómeno.
Los autores subrayan que no se trata de especulaciones, sino de un modelo teórico riguroso basado en la integración de astrofísica, física cuántica y matemáticas avanzadas.
«Al plantearnos este tipo de preguntas y analizar casos extremos, queremos comprender mejor la teoría y, quizás algún día, desentrañar el misterio de la radiación de Hawking», sostuvo Walter van Suijlekom.
El interés por el destino final del universo no es nuevo. Desde que Edwin Hubble descubrió en 1929 la expansión de las galaxias, la cosmología moderna ha intentado comprender cómo terminará todo. La hipótesis dominante, conocida como Big Freeze, suponía un enfriamiento progresivo y eterno del universo.
Sin embargo, los nuevos cálculos modifican esa escala temporal. El foco del análisis fueron las enanas blancas, los restos de estrellas más comunes y longevos del universo. Anteriormente se pensaba que su vida útil superaría los 10¹¹⁰⁰ años, pero ahora se estima que se extinguirán mucho antes, en solo 10⁷⁶ años.
«Así pues, el fin definitivo del universo llega mucho antes de lo esperado, pero afortunadamente aún tarda mucho tiempo», expresó Heino Falcke, autor principal del estudio.