A través de nuestra vida vamos conociendo a nuestros vecinos. De niños, jugábamos con ellos, íbamos a la misma escuela, convivíamos de una manera respetuosa con la familia de nuestros amiguitos.
Al mudarnos de vecindario o de ciudad, iniciábamos nuevas relaciones. Así fuimos creciendo, pero nunca olvidamos a nuestros primeros amigos, sin importar el tiempo transcurrido.
Son diversas las circunstancias que nos llevan a apartarnos de personas que vamos conociendo y tratando en las diferentes etapas de nuestra existencia. Todas ellas van quedando en la memoria y ¿por qué no decirlo? En el corazón.
Podría asegurar que la mayoría conservamos un bonito recuerdo de nuestros vecinos, con los que solíamos jugar o bien ir a la doctrina y a misa; en fin, tantas actividades que disfrutamos un día ya lejano, pero que regresan y se hacen presentes.
Tener y ser buen vecino es necesario en la vida de los seres humanos, ya que en un momento determinado cualquiera puede necesitar de un apoyo. Qué mejor que poder recurrir a quien más cerca está para solicitar ayuda.
Los años me han enseñado que todos necesitamos de todos en algún momento. Y que no todo debe girar alrededor del dinero y el poder. Las grandes construcciones se pueden derrumbar; el dinero, si no lo cuidas y lo derrochas, se verá reducido a nada, y el poder, ¡Oh, el poder! el mismo que la soberbia lleva a nublar la vista de quien lo posee y no sabe qué hacer con él, termina fracasando.
Y fracasa porque se comete el error de sentirse dueño de todo, cuando la realidad es que nada le pertenece. Olvida que el poder, en política o en cualquier empresa, es temporal y quien lo ejerce debe hacerlo para servir, no para servirse de él; mucho menos pretender eternizarse en el cargo, como está ocurriendo en nuestro México.
Y no solamente eternizarse en el cargo sino adueñarse de todo lo que otros construyeron y dejaron para beneficio de los mexicanos. Hoy, ese patrimonio que nos pertenece —instituciones, fideicomisos, dependencias y más— se va destruyendo y al hacerlo ¿quién nos va a defender? ¿En quién y dónde nos vamos a apoyar?
Tengamos presente que el contar con poderes autónomos es democracia; en cambio concentrar todo el poder en el ejecutivo es dictadura. Y por si no lo creen, hay que dirigir la mirada hacia Cuba, Nicaragua, Venezuela: ¿eso deseamos?
¿Hacia dónde van nuestros derechos? Acaso ¿a la basura?
No más mentiras, por favor. El problema que se ha presentado con el asunto de la migración desbordada no nos debería asombrar. Esta situación ya se veía venir desde el momento de haber abierto la frontera sur para permitir el paso de caravanas sin que existiera control alguno del gobierno de nuestro país y autoridades correspondientes. Que nadie se asombre ni culpe al vecino de lo que sucede.
La política del buen vecino exige respeto y control. Algo que desafortunadamente no existió al permitir el paso de muchísimas personas provenientes de otros países. Por el contrario, se les alentó, al fin y al cabo en México “habrá mucho trabajo” se les decía; ¡Qué gran mentira!
Basta recordar a la señora Olga Sánchez Cordero levantando el brazo en señal de victoria, diciéndoles a quienes ingresaron a México por Chiapas: “sí se pudo, sí se pudo”. ¡Cuánta irresponsabilidad de parte de la funcionaria y del gobierno de México! Se sabía que la finalidad de los migrantes era llegar a la frontera norte y cruzar a Estados Unidos, no quedarse en México.
Por tanto, esa migración sin control iba a ocasionar problemas tarde o temprano en la relación de México-Estados Unidos, por el incremento de las caravanas y las exigencias de la gente por lograr cruzar al vecino país.
El cansancio provocado por las largas y extenuantes caminatas, con recursos económicos a punto de agotarse, cargando en sus espaldas una mochila que contenía las ilusiones de muchos seres, deseosos de una vida mejor; ilusiones que se iban desvaneciendo en el trayecto. Sin embargo; nuestra gente, buena, generosa y solidaria, se ha condolido siempre ante el dolor ajeno. Por eso se organizaba en los lugares a donde llegaban los migrantes y les ofrecían un poco de alimento. Lamentablemente no fueron pocos los que protestaron por la comida que les fue ofrecida a extranjeros. No fue de su agrado.
Muchas exigencias de quienes abandonaron su tierra por diversos motivos. La mayoría de ellos ya había pagado parte de su cuota a las bandas de traficantes y sus recursos se veían disminuidos. Unos lograron cruzar; otros, fueron devueltos. La realidad es que el calvario para ellos continúa ante el endurecimiento de una política migratoria por parte del nuevo gobierno de Estados Unidos.
¿Qué necesidad había de exponer a familias enteras a perder lo poco que tenían?
Es muy lamentable su situación y no podemos culpar del todo al presidente Trump, ya que, en el período de López Obrador, expresidente de nuestro país, se permitió la inmigración sin control alguno y que benefició más a grupos criminales, que a la pobre gente que huía de la miseria, la violencia o la dictadura en sus lugares de origen.
A pesar de que el gobierno de México siempre negó la existencia de fentanilo en nuestro país, se han estado encontrando laboratorios y grandes cantidades de droga. ¿Casualidad? Más bien, conocimiento, trabajo de inteligencia de los vecinos.
Los gobiernos de Estados Unidos y México siempre mantuvieron una política de colaboración que se vio disminuida por la ambición y soberbia de políticos por alcanzar el poder a costa de lo que fuera.
Nadie tiene derecho a provocar problemas de ninguna índole a otros, porque las consecuencias se dejarán sentir con el tiempo.
Nuestro país está empezando a pagar las consecuencias de la pésima actuación de un gobierno irresponsable, cuya ambición por el poder no ha tenido límites.— Piedras Negras, Coahuila.
*Por su interés, reproducimos este artículo de Cholyn Garza publicado en el Diario de Yucatán.