Un estudio publicado en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, desvela el origen exacto de las enormes piedras empleadas en la edificación del dolmen de Menga (circa 3800-3600 a.C.), uno de los megalitos destacados en el Sitio Unesco de los Dólmenes de Antequera (Málaga), considerado una impresionante hazaña de ingeniería para su época.
Liderado por José Antonio Lozano del Instituto Español de Oceanografía (IEO/CSIC), junto al grupo Atlas de la Universidad de Sevilla (US), esta investigación se basa en un minucioso mapeo geológico, análisis petrográficos y estratigráficos de las piedras integradas en el dolmen de Menga.
Se transportaron gigantescas piedras, algunas pesando hasta 150 toneladas, desde canteras ubicadas en el Cerro de La Cruz, aproximadamente a un kilómetro al oeste de Menga. Principalmente calcarenitas, estas piedras, conocidas como ‘piedras blandas’ en ingeniería moderna, revelan el uso de nuevas tecnologías en madera y piedra para erigir este monumental monumento, llevadas cuesta abajo a lo largo de una pendiente promedio de 22° desde la cantera hasta su emplazamiento.
La ubicación de las canteras y sus propiedades geológicas, junto con un cuidadoso manejo de las rocas para la construcción del dolmen, evidencian el profundo conocimiento geotécnico y geológico de las comunidades del Neolítico Tardío. Este entendimiento les permitió trabajar con rocas de gran tamaño y evitar el uso de materiales inadecuados para la edificación.
La construcción del dolmen de Menga, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2016, representa un logro singular en ingeniería megalítica en la Iberia prehistórica y posiblemente en Europa, siendo una obra de magnitudes excepcionales y un hito temprano en la historia de la construcción de monumentos megalíticos.