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El crimen sin resolver de Antonio y Hortensia, ‘los novios de Cádiz’

Hortensia y Antonio. | Fuente: Twitter

El 6 de enero de 1979 Antonio -de Tarifa- y Hortensia -de San Roque-, conocidos como ‘los novios de Cádiz’, perdieron la vida cuando un comando etarra interceptó el Renault 5, en el que viajaba la pareja, abriendo fuego contra ellos.

Aquella noche Antonio quiso darle una sorpresa a su novia Hortensia. El joven le había comprado un anillo de pedida, una medalla del amor y un broche con forma de corazón. “Te voy a dar la medalla del amor. No voy a esperar. Así la luces”, le dijo Antonio.

Los novios se acababan de comprometer y, como es habitual en una relación, salieron a celebrarlo con unos amigos a una discoteca de Beasain (Guipúzcoa). Nada hacía presagiar que aquellos besos, caricias y palabras serían las últimas; como también serían sus últimos minutos juntos, a solas.

Sus amigos se fueron un poco antes de la discoteca, pero ‘los novios de Cádiz’ decidieron quedarse para bailar alguna pieza más. Esa fue la pequeña tregua que la vida les otorgó.

Cuando decidieron emprender la marcha para retornar a casa, apenas habían recorrido 200 metros, dos etarras les acribillaron a balazos justo después de que el vehículo se detuviese en un stop. Sin piedad, sin compasión y con ensañamiento. Así fueron los últimos minutos con vida de Hortensia y Antonio. Ella recibió 10 disparos, él 8.

Ella tenía 20 años y se encontraba de vacaciones en casa de su hermana Aurora, casada con un Guardia Civil destinado en Ordicia. Él era un Guardia Civil de 24 años y llevaba tres años destinado en Ordicia donde se hizo compañero del cuñado de Hortensia.

Durante el tiroteo, Antonio hizo todo lo posible por proteger el cuerpo de su amada sin éxito, pues Aurora recibió dos impactos de bala más. Una de ellas se incrustó en el claxon que no dejó de sonar durante 27 interminables minutos. Y nadie de Beasain bajó a socorrerlos mientras la pareja se desangraba.

27 minutos de ensordecedor ruido que acabaron cuando tres jóvenes, con ciertos conocimientos en primeros auxilios, socorrieron a la joven pareja y los trasladaron en coche hasta la clínica San Miguel. Desgraciadamente Antonio entró cadáver y Aurora, con un pequeño hilo de vida, falleció a los pocos minutos.

Los dos etarras huyeron en un vehículo aparcado en las proximidades de aquel mortal stop dónde les esperaba un tercer terrorista. Era un coche robado una hora antes de lo ocurrido a unos jovenes que más tarde aparecieron maniatados y amordazados cerca del cementerio.

En el lugar de los hechos se recogieron 15 casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, marca SF-74, y un cartucho de revólver. Los vecinos que oyeron el fuego de metralla aseguraron que, al menos, se produjeron entre 40 a 60 disparos. Sin embargo, ningún miembro de aquel comando etarra fue interrogado y mucho menos imputado por el doble asesinato de Hortensia y Antonio.

Con el paso de los años, Diego, hermano de Antonio tuvo un hijo que escogió una carrera similar a la de su difunto tío, la de Mosso d’Esquadra. El joven estaba tan “obsesionado” con su tío que acabó suicidándose. También se llamaba Antonio.

Por su parte, a Aurora nadie le dijo que en 1981 la policía había desarticulado un comando de ETA en Madrid. Nadie nunca le contó que uno de los etarras detenidos portaba una de las dos pistolas con las que acribillaron a Hortensia y a Antonio.

Hoy, 34 años después del asesinato, el caso de ‘los novios de Cádiz’ se encuentra en la lista de los 300 atentados de la banda terrorista ETA que aún están sin resolver.

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