El calvario de un teniente coronel de la UME tras acostarse con una cabo que alardeaba de sus relaciones sexuales

12 de mayo de 2022
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Una imagen de un desfile de la UME de Torrejón.
Una imagen de un desfile de la UME de Torrejón.

Todo el cuartel de la Unidad Militar de Emergencias (UME) de Torrejón de Ardoz se enteró de los encuentros sexuales (entre 2013 y 2018) entre una cabo de esa unidad militar con su teniente coronel y jefe del acuartelamiento. Se enteraron hasta del tamaño del pene del mando militar, que ha vivido un auténtico calvario desde que a su subordinada, la cabo M. M. le dio por divulgar fotos y vídeos de ambos mientras mantenían relaciones. La militar, cuando el teniente coronel cortó la relación, se propuso hacerle la vida imposible. Y lo logró, aunque ahora tendrá que ir a la cárcel por lo que hizo, dado que la sentencia del Supremo ya es firme.

M. ha sido condenada ahora por la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, que ratifica sentencias anteriores, a la pena de ocho meses de cárcel por atentar contra la intimidad del teniente coronel. Y es que, no solo se dedicó “a alardear” ante sus colegas de que se estaba acostando con el jefe del cuartel, casado y con dos hijos, sino que divulgó fotos y vídeos de sus encuentros. El teniente coronel, al conocer que era vox pópuli entre sus subordinados los encuentros que había mantenido con la cabo, necesitó asistencia psiquiátrica y psicológica. Medina mostró las vídeos y fotos, algunas con el miembro erecto, a sus colegas sin autorización del teniente coronel. Ella alardeaba de su relación con su jefe con la intención de “que todos lo supiesen”, según se explica en la sentencia del alto tribunal.

Durante la larga relación que mantuvieron hasta que el mando cortó la relación (aunque M. asegura que fue ella quien rompió), ambos, de mutuo acuerdo, según la sentencia, decidieron grabarse y hacerse fotos mientras estaban en la cama o en el baño juntos. Lo que no estaba pactado es que ella divulgara y mostrara luego ese material a numerosos colegas del cuartel. Además, cuando se cortó la relación ella le denunció a él en el cuartel de Mejorada del Campo por delitos de violación y de violencia de género, que fueron archivados tras decretarse inciertos o carecer de pruebas.

Cuando el teniente coronel fue informado por algunos subordinados del material sexual que les había mostrado la cabo Medina, cayó en una fuerte depresión fruto de la vergüenza que sentía. Una hija del teniente coronel habló con ella para suplicarle que cesara de divulgar esas imágenes de su padre ante el daño psicológico que le estaba generando. La cabo, en el juicio, negó haber divulgado ella tales imágenes, pero el Supremo lo da por hecho basándose en testimonios de al menos seis militares que confesaron que ella les mostró fotos y un vídeo del teniente coronel desnudo. El tribunal sostiene que la cabo empezó a mostrar fotos del teniente coronel casi desde el inició de la relación. “Mira que buenorro se está poniendo”, se jactó en una ocasión la cabo delante de una colega del cuartel, mientras le mostraba a él desnudo y con el miembro viril, que ella ralentizaba “o pasaba más lento, recreándose”. Por los daños psicológicos, depresión y ansiedad, el Supremo dictamina que la cabo indemnice con 2.000 euros al teniente coronel.

Durante el tiempo de la condena, la procesada quedará suspendida de empleo y del derecho de sufragio. Algunos subordinados confesaron que hacia años que conocían por ella la relación, pero que no le dijeron nada al jefe por temor y no querer meterse en problemas. Uno de los testimonios importantes en el juicio fue el de la cabo Teresa L. P., cuyo testimonio el tribunal considera de “firme y sin fisuras”. Esta declaró que era amiga de la cabo ahora condenada “y que esta le envió a su teléfono, y también se lo enseñó en el suyo propio, un vídeo sobre una relación sexual con el teniente coronel, así como fotos íntimas de este último”. Esta testigo afirmó que la cabo le comentó en una ocasión que el teniente coronel la había dejado y que tenía planeado “hacerle vida imposible”.

Grupo de Whatssapp

Un soldado de la misma unidad declaró en el juicio que, aunque borró el vídeo, que también a él le envió la cabo a su móvil mientras realizaban en un baño de mármol blanco el acto sexual, “que reconoció inmediatamente al teniente coronel por su fisionomía, pese a que no se le veía la cara por el reloj que portaba, por sí por el el vello de los brazos y por los gemidos que emitía…”. Este soldado, que se arrepintió en el acto del juicio de habérselo contado “demasiado tarde” al teniente coronel, manifestó que en la unidad era vox pópuli el asunto y que ella mostraba fotos y vídeos “orgullosa y que presumía de dicha relación”.

Otros testigos, militares y con empleos de cabo o de soldado, dijeron de la hoy condenada que “les enseñó una foto del miembro viril del teniente coronel y que también era normal que ella enseñara fotos íntimas de otras relaciones suyas con otras personas. E incluso les mostró una foto de ella misma “depilándose el chichi”, según las palabras expresadas por la ahora condenada. Un testigo manifestó “haber visto los vídeos en dos ocasiones, una en Sevilla, estando de maniobras, y una segunda en Madrid, estando arrestada la procesada en su batallón, que abandonó para mantener ambos relaciones sexuales.

Otra cabo manifestó en el juicio que la procesada “le enseñó una foto de desnudo integral del teniente coronel, que alardeaba de su relación con él y que le dijo que el jefe le había hecho mucho daño y que se las iba a pagar”. También aludió a que “entre el personal de la UME (Unidad Militar de Emergencias) había muchos comentarios sobre este tema material e incluso un grupo de whatssap
con fotos del citado oficial de la misma naturaleza”. La cabo ahora condenada por el Supremo presentó sendas denuncias por acoso ante el Ministerio de Defensa y ante el Juzgado de Violencia de Género de Parla, ambas archivadas por la tardanza en denunciarlo y falta de pruebas.

Inicialmente, M. fue condenada por un tribunal militar territorial y recurrió ante la Sala de lo Militar del Supremo, que hace solo unos días le ha ratificado la pena de ocho meses de cárcel. El calvario, salvo recurso extraordinario, ha terminado, pues, para el teniente coronel, aunque la pesadilla continúa en forma de secuela psicológicas.

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