Cuando los acontecimientos, marcan el auténtico valor del amor que existe en esos núcleos familiares, y rompe esa tranquilidad que todos procuramos cuidar, para poder continuar con nuestro día a día. Es cuando surge ese tesoro que es muchísimo más importante, que ese falso dios llamado «dinero» instalado, por desgracia en demasiadas vidas.
Esas familias, que se ven envueltas en unos acontecimientos que no son deseados para nadie y que los viven con una tremenda preocupación y dolor, es entonces cuando te das cuenta del auténtico valor del amor entre esos hermanos de sangre, que fue instalado en sus vidas gracias a la entrega desinteresada, por parte de sus mayores, de generación en generación. Siempre nos han repetido en nuestros hogares, que todos somos hermanos, y muchos escépticos al conocer historias de este calado, hemos recibido esa gracia de la entrega a los demás, sin valorar, el como ni el porqué.
Da igual la necesidad que exista, en muchos casos, como la necesidad de una ayuda material, como la económica, si estas en disposición, pero lo más importante, por ser desgarradora y de máxima entrega, es cuando la única solución para resolver esa situación, es entregar una parte de ti, a esa persona, para intentar facilitarle una vida mejor.
Estas Navidades han sido de enseñanza y de esperanza en el ser humano, al conocer de cerca el gran tesoro que es, poseer una gran familia y un millón de amigos… Somos dichosos todos los que lo hemos y estamos viviendo. Cuando amas de verdad, te involucras y llegas a sentir dentro de ti, esa preocupación que viven todos los miembros de esa gran y querida familia que no es la tuya, pero que la sientes como tal.
Es cuando surge esa entrega por amor, a ese hermano padre madre o abuelos, tan importantes en tu vida, y sabes que eso afectará a la vida de quien te necesita, y a todo ese núcleo familiar, que les marcará, dando en el centro y de lleno, en esa diana de sus vidas.
Esa influencia, en la vida de alguno de esos miembros, te da la pauta a seguir, cuando te percatas de verdad, del nivel de entrega, que envuelve ese núcleo familiar. Todos sus miembros y amigos, hacen corro en torno al más necesitado, lo arropan, lo cubren de amor y los cercanos cuidan de la persona más importante, que es la que porta la llama de la luz y el amor, que les acompaña, desde que nacieron iluminando sus vidas.
Pensar lo necesario que es, tener conciencia clara de lo que significa llamarnos hermanos. Es: Amar, sentir, vivir y entregarnos a los demás, sin esperar nada a cambio.
Esta NAVIDAD ha hecho el milagro, que prenda la llama de la entrega con amor, dentro de muchos de nosotros a nuestros semejantes. Mantengamos la llama encendida.
¡NO DEJEMOS QUE SE APAGUE!