El asesinato en Madrid de Aitor Zabaleta, 25 años de odio en las gradas

9 de diciembre de 2023
11 minutos de lectura
Esteban Ibarra

Esteban Ibarra recuerda en esta columna el asesinato de Aitor Zabaleta, el joven aficionado del club de fútbol Real Sociedad, que fue asesinado tal que un día como hoy hace 25 años. Este caso marcó el camino a la inclusión de los delitos de odio en el Código Penal

La acción en el ámbito del fútbol contra los delitos de odio había comenzado con anterioridad, incluso cuando no estaban identificados con esta denominación, mucho antes de la irrupción de los tipos penales de esta matriz jurídica con el Código de 1995.

Transcurridos tantos años hemos de constatar que la situación está lejos de erradicarse. Solo hay que escuchar los gritos racistas  las gradas ultras, asomarse a la violencia en aledaños  de los estadios de fútbol  y observar las redes sociales, su gran altavoz, para comprobar su discurso de odio.

No obstante ha habido cambios de actitud social, mejoras legislativas, de acción policial y judicial, de denuncia en los medios comunicación, pese a la persistencia de conductas de intolerancia y violencia, y si hay que poner una fecha en donde radica el inicio de esa mejora hay que situarla en el fatídico día del 8 de diciembre de 1998, una noche en la que era asesinado el joven donostiarra y seguidor de la Real Sociedad, Aitor Zabaleta, un crimen que conmocionó a toda España y que hoy, especialmente el mundo del futbol y su equipo, le recuerda

Aitor Zabaleta, moría asesinado de una puñalada en el corazón que le había asestado un neonazi, Ricardo Guerra, tras ser rodeado por un grupo de cuatro en el marco de una emboscada contra los donostiarras organizada por el grupo ultra Bastión.

Y se realizaron dos juicios, el primero por el homicidio en marzo de 2000, el segundo contra los imputados por los hechos, presuntos miembros de Bastión, organización responsable de la convocatoria, en septiembre de 2005.

Posteriormente el 11 de julio de 2007 se aprobó la Ley contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el deporte. Esa Ley hay que interpretarla en clave de homenaje póstumo a Aitor Zabaleta.

La muerte del joven aficionado de la Real Sociedad, sobre el que versa esta columna de Esteban Ibarra, marcó un antes y un después en la percepción de los delitos de odio del Movimiento contra la Intolerancia.

Un rumor en el estadio de fútbol: “Se han cargado a un vasco”

Un par de semanas antes, el 24 de noviembre, con motivo de un partido de fútbol de la Copa del Rey que el Atlético de Madrid debía disputar con la Real Sociedad en la ciudad de San Sebastián, un grupo de ultras se desplazó en un autobús, en él iban la mayor parte de los miembros de Bastión y allí desplegaron una pancarta nazi y realizaron saludos hitlerianos y gritos que pudimos observar en todos los telediarios

Al regresar del encuentro, el autobús en el que viajaban este grupo de ultras fue apedreado en las inmediaciones de San Sebastián y eso fue motivo para que sus ocupantes empezaran a concebir la idea  de devolver la agresión sufrida en el partido  de vuelta que se disputaría el 8 de diciembre en el estadio del Manzanares, con el añadido como aliciente ideológico  ultra de que el equipo rival y sus seguidores, eran vascos. Y así hicieron, prepararon la “cacería” de esa noche trágica. Un rumor corrió por el estadio, “se han cargado a un vasco”.

En torno  a las 6 de la tarde llegaba a la zona del estadio el autobús de la peña femenina “Izar”, peña notoriamente pacífica, repleta en su mayoría de mujeres y niños, junto a algunos hombres como acompañantes, entre los que estaba Aitor.

Habían llegado bastante pronto al estadio para comprar algunas entradas que les faltaban y preguntaron a un policía municipal por un lugar tranquilo donde poder tomar algo. El agente, de forma insensata, les envía a un bar cercano, punto de reunión habitual de cabezas rapadas del grupo Bastión. Y allí comenzó todo.

Aitor que portaba el gorro de la Real Sociedad recibió un puñetazo, las mujeres y niños salieron corriendo, Aitor rezagado cerraba el grupo junto a un un niño de 6 años y su madre, le rodearon entre cuatro y un asesino con su navaja le asesto un puñalada en el corazón.

Sus últimas palabras a su novia Verónica fueron, “Vero me han pinchado”. Trasladado urgentemente  a la clínica de La Concepción, Aitor ingresa en el centro sanitario con parada cardiorrespiratoria, entra en coma y fallece sobre las 3.00 horas del 9 de diciembre de 1998.

Les tenían preparada una encerrona a los seguidores de la Real Sociedad en los momentos previos al partido. Era toda una emboscada de los Ultras de Bastión. Fue un ataque súbito planificado desde tres vectores diferentes, aunque el crimen fue a iniciativa de su autor.Y hubo más agresiones desplegadas en la zona, con unos 60 participantes organizados y uniformados con  simbología nazi, intervino y se enfrentaron a la policía que realizó detenciones y 11 agresores fueron imputados. Y de ahí a calvario judicial.

Tensiones en la instrucción del procedimiento y los juicios

En la misma noche del crimen, el delegado del Gobierno, Núñez Morgades, se pone al frente de la situación y entra en contacto con la familia de Aitor, ya no les abandonaría. Me llamó invitándome a colaborar y ayudar a la familia de Aitor en estos momentos trágicos, concretando  una reunión su padre,  Javier Zabaleta, y otros familiares. En la reunión, junto a mi pésame comunicaba la decisión adoptada por el Movimiento contra la Intolerancia de personarnos en la causa  como acción popular en el procedimiento.

La juez de instrucción y el fiscal del caso, tenían una interpretación de los hechos y habían asumido una línea de intervención. Tras las detenciones policiales de los ultras, que alcanzan hasta un total de una veintena,  un auto del 18 de diciembre dicta el secreto del sumario.

Admitida a trámite las querellas criminales de la familia de Aitor y del Movimiento contra la Intolerancia, cuando se levanta el secreto y la juez incoa dos procedimientos, uno para el Tribunal del Jurado, con el acusado de homicidio y otro, un procedimiento abreviado por un delito de desordenes públicos para once personas, dictando el sobreseimiento y libertad de otros nueve de los ultras detenidos.

Sin poder practicar ni una sola diligencia de prueba, en un claro caso de indefensión de las acusaciones, presentamos un recurso de queja y de reforma contra su resolución.

Los recursos no prosperaron, el asesinato de Aitor  quedaba reducido a un solo responsable, los otros tres que le acompañaban eran directamente separados del caso y uno, Iván, que estuvo participando activamente en los hechos, quedaba en libertad sin cargos.

Nadie lo entendió. Desde nuestra acusación planteamos desde el principio la imputación por asociación ilícita y resistencia a la autoridad,

La negativa de la Juez y del Fiscal de imputar el delito de asociación ilícita a los integrantes de Bastión, recurrida por Movimiento contra la Intolerancia,  fue respondida días antes del inicio del juicio del Jurado, por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial que emitió un auto por el que consideraba que los componentes de Bastión debían ser procesados además  de  desórdenes públicos, por el delito de asociación ilícita.

Era la primera vez en España se procesaba a un grupo ultra del fútbol por este delito, abriendo la puerta a una jurisprudencia que podría ayudar a limpiar de violentos los estadios de fútbol.

Durante el juicio por homicidio, el jefe del Grupo de Violencia Urbana de la Brigada de Información de la Policía Nacional calificó a Ricardo Guerra como “un neonazi extremadamente violento”, “siempre ha hecho uso de navaja y sufrió varias detenciones en el 96”, asegurando ante la Sección XXIII de la Audiencia Provincial, que el imputado había pertenecido a la organización neonazi TNT, cuyo núcleo más violento ingresó en el grupo Bastión 1903, lo que negaba su abogado defensor Rodríguez Menéndez.

El veredicto no dejó ninguna duda

El veredicto del jurado alcanzó la mayoría necesaria, con siete votos a favor y dos en contra, para culpar a Ricardo Guerra de la autoría material de la puñalada que  acabó con la vida de Aitor Zabaleta.

El veredicto no dejó lugar a dudas, estimando que el crimen fue realizado con alevosía, y en la sentencia el magistrado-ponente de la Sala, Rafael Mozo Muelas, dejaba sentado que el Jurado ha declarado probados los siguientes hechos:

“Sobre las 18.15 horas del día 8 de Diciembre de 1998, cuando Aitor Zabaleta Cortázar se encontraba en las inmediaciones de la curva norte del Estado Vicente Calderón de esta capital, recibió una puñalada en el pecho a la altura del corazón, con una navaja de 9 cm. que penetró en el miocardio a nivel del ventrículo derecho, atravesándole el corazón y produciéndole la muerte por parada cardiorrespiratoria a las 3.00 horas del día 9 de diciembre de 1998. Ricardo Guerra Cuadrado, nacido el día 22 de octubre de 1975, le asestó esa puñalada a Aitor Zabaleta Cortázar, con la intención de causarle la muerte, con una navaja de 9 cm. que le atravesó el corazón. La puñalada asestada por Ricardo Guerra Cuadrado a Aitor Zabaleta Cortázar fue propinada de forma súbita, sorpresiva a inesperada, lo que impidió toda posibilidad de defensa de la víctima.”

La condena fue sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, conllevó una pena de 17 años de prisión, con inhabilitación absoluta durante el tiempo de condena, pago de las costas y a que indemnice a la familia en la cantidad de veinte millones de pesetas. Nunca se concretó la indemnización.

Y no se valoró la petición de agravante por motivo ideológico subyacente tras la identidad deportiva, ni el origen territorial, condición de vasco  que motivo el ataque.

La segunda causa fue abierta a 11 integrantes de Bastión, incluido Ricardo Guerra entre ellos, por desórdenes públicos.  La acusación popular, a continuación, recurrimos ante la Audiencia Provincial y pedimos el procesamiento también, por asociación ilícita. La Audiencia Provincial dio la razón al Movimiento contra la Intolerancia y la juez acató el auto de la Audiencia y dictó, esta vez, la apertura de juicio oral por los dos delitos.

«Aun no existían las Fiscalías de delitos de odio y este fue un caso singular que nos llevó a reclamar fiscalías especializadas que pudieran intervenir con mayor criterio  frente a grupos ultras, racistas y neonazis que desarrollan la violencia contra el diferente»

Sin embargo, el nuevo auto de la juez de instrucción califica a bastión 1903 de «grupo radical de aficionados» del Atlético de Madrid «caracterizado por su comportamiento violento en los estadios de fútbol con concomitancias con grupos skin head de ideología nazi». la finalidad de este grupo, según el auto, es «alterar la paz pública» y, en este caso, «acosar, amenazar, insultar y agredir» a los seguidores de la real sociedad. también las importantes declaraciones del jefe del grupo de  violencia urbana  de la policía, definió a bastión como un grupo escindido del seno del frente atlético, de ideología nacionalsocialista.

Los testimonios de los  integrantes de bastión ante la sala fueron milimétricamente iguales. Todos coincidieron en definir a bastión como «sólo una pancarta». otros puntualizaron que este grupo neonazi era tan sólo “un trozo de tela”. la mayor parte de los imputados tiene en su haber antecedentes penales por otros delitos violentos.

Por el contrario, la Fiscalía no aprecia que el grupo neonazi Bastión 1903 era un grupo organizado, ni considera que sus integrantes incurran en el delito de asociación ilícita y manifestó que es un grupo «que carecía de toda organización, consistencia y jerarquía».

En el juicio se hablo mucho y visibilizó las imágenes de TV con la pancarta y acciones neonazis, pero el fiscal apreció que este grupo solo  “está caracterizado por su comportamiento violento en los partidos de fútbol a los que acudían”.

El escrito absolutorio del fiscal al respecto contraviene lo dictado por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial, presidida por la juez Pilar Oliván, que apreciaba que en el caso de Bastión concurren todos los elementos de la asociación ilícita, porque sus componentes «tienen las características comunes de ser seguidores de un determinado equipo de fútbol y tener una misma opinión social y política» y aprovechaban los partidos para desplegar la violencia. La Audiencia puntualizó que el delito de asociación ilícita castiga el abuso del derecho de asociación, recogido en el artículo 22 de la Constitución.

Finalmente la sentencia del juicio condenó a los 11 acusados por desordenes públicos y no por asociación ilícita,  ninguno entro en prisión y la sombra de impunidad al respecto quedó para el futuro, haciendo mucho daño al futbol que necesita retirar de los estadios a este tipo de grupos violentos, identitarios y extremistas, y también a la imagen del papel de la Fiscalía de Madrid por aquel tiempo, pues su actuación en el caso dejó mucho que desear.

Aun no existían las Fiscalías de delitos de odio y este fue un caso singular que nos llevó a reclamar fiscalías especializadas que pudieran intervenir con mayor criterio  frente a grupos ultras, racistas y neonazis que desarrollan la violencia contra el diferente.

Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte

Tras los juicios desarrolle una profunda amistad con Javier Zabaleta que mantuvimos  hasta su fallecimiento. Me dio fuerza moral para continuar esta lucha y plantear al Secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, la creación de un Observatorio de la Violencia, del Racismo y la Intolerancia en este ámbito.

Desde ahí elaboramos un Protocolo para los Clubs y prácticamente la Ley actual, asesoramos en el Reglamento y cuando empezamos a plantear más rigor en su aplicación porque había muchos puntos incumplidos, arreciaron las tensiones y tras la llegada de un nuevo Secretario de Estado, dejaron de convocarnos al Observatorio.

Debimos de ser muy molestos. Y pese a seguir siendo miembros del mismo, incluso tras el homicidio de Jimmy, de nuevo en el Manzanares, en el marco de la batalla campal entre Ultras del Deportivo y del Atlético de Madrid, nunca más nos convocaron. Desde Hace más de 10 años  se  incumple la Ley.

Lo habíamos advertido, estos grupos quedan entre sí para el enfrentamiento violento, en los aledaños hay violencia y racismo, como al día de hoy evidenció el caso Vinicius.

Los libros de actividades de los seguidores no se cumplimentan y pese a que se ponen sanciones, muchas se duermen en la dinámica burocrática, hay blanqueo de los ultras y hay problemas de seguridad. Los grupos Ultras del Futbol están muy vivos y presentes, no solo en los equipos de categoría nacional, también capilarizan hacia categorías inferiores y configuran una cultura de grada y un clima de conducta de intolerancia que luego se proyecta socialmente.

Frente a esto solo  cabe perseverar en la educación cívica, en la aplicación rigurosa de la Ley y en el mantenimiento de la Memoria de la Víctima, como el recuerdo  de Aitor Zabaleta que nos ayuda a mantener la humanidad en el futbol.

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