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El asesinato de Nuria, ¿no era previsible?

Centro Penitenciario Mas d'Enric.| Fuente: Wikipedia

ALFONSO PAZOS FERNÁNDEZ

Leo con asombro en El País el siguiente titular: La consejera catalana de Justicia concluye que el asesinato de la cocinera de la cárcel de Mas d’Enric “no era previsible” y que el riesgo del preso era “bajo”.

Tengo que tomar aire.

Sigo leyendo y veo que el preso en cuestión, Iulian Odriste, los técnicos lo consideraban “una persona digna de confianza y muy buen trabajador”. Esa frase me recuerda que a Francisco Javier Almeida, el asesino y violador del pequeño Alex en Lardero también se le consideraba un preso de confianza y buen trabajador.

Cojo aire y cuento hasta cien.

Sigo leyendo el artículo de El País, y me centro en el siguiente párrafo: “A lo largo de su trayectoria penitenciaria, Odriste fue sometido a un total de 14 evaluaciones por la junta de tratamiento de la cárcel tarraconense. La última, en noviembre de 2023, cuatro meses antes de cometer el crimen. Las valoraciones de esos técnicos “fueron mayoritariamente nivel A”, las más altas, en lo que se refiere a rendimiento, dedicación y conducta. No se detectó en ningún caso una patología o problema de salud mental. El riesgo de lo que se llama “violencia intrainstitucional” (es decir, la posibilidad de agredir a otros presos o a funcionarios) también fue “bajo a lo largo de toda la trayectoria penitenciaria”, con una excepción, en mayo de 2020, cuando se calificó como “medio”.

Ahora ya no cojo aire, no puedo. Grito. Grito de impotencia. Hay que tener poca vergüenza. Hay que tener cara dura para salir a la palestra y contar semejantes patrañas y mentiras e intentar confundir a la sociedad al respecto de lo que de verdad pasa en la cárcel.

Siguiendo con lo dije en el primero de mis artículos, la sociedad, el público en general debe saber lo que sucede de verdad en la cárcel y no hacer caso a todas estas mentiras.

Vamos a empezar por las supuestas 14 evaluaciones. “Evaluaciones”. Cambian el nombre para confundir. A este preso como a todos, cada seis meses como máximo se nos debe “clasificar”. Esa clasificación conlleva un supuesto estudio, y digo supuesto estudio porque se lleva cabo en cinco minutos, diez como máximo. Si el equipo técnico es medio decente, previo a la clasificación te llaman y mantienen contigo una entrevista en la habitación de tratamiento que está situada en el pasillo del economato.

“Bueno, tal día pasas junta de grado, y ya te adelanto que todavía es muy pronto para una progresión, ya que no se ha consolidado tu trayectoria penitenciaria el delito que cometiste fue muy grave y tuvo una gran repercusión mediática, por lo que tu progresión de grado debe esperar un poco. Además no has disfrutado de permisos que nos ayuden a valorar si estas preparado para vivir en semilibertad.”

Esto te lo dicen si el equipo es medio decente. Lo normal es que ni te llamen, que te enteres que has pasado por Junta cuando te den el papelito con la “resolución” de mantenimiento en segundo grado. Por lo tanto llamar “evaluación” a las 14 juntas de clasificación que ha pasado el preso Iulian Odriste, es bastante osado cuando no una mentira, una patraña.

Las valoraciones que dicen hicieron los técnicos, que dicen “fueron mayoritariamente nivel “A””, se hacen poniendo unas cruces en un folio cuadriculado, tarde, deprisa y mal. Salvo cuando tienes algún incidente, entiéndase una sanción, siempre se pone “A”.

Sigue el artículo diciendo que no se detectó en ningún caso una patología o problema de salud mental. ¿Se le evaluó psicológicamente en alguna ocasión? Era un asesino ¿Se le realizó alguna de las pruebas objetivas para detectar si era o no era violento? No creo. Existen distintos tipos de test, de pruebas psicológicas que nos permiten establecer de una manera bastante cierta si una persona es violenta o no. En las cárceles esa “evaluación” se hace “a ojo”. Tenemos unos psicólogos en las cárceles que la evaluación la hacen en cinco minutos y tan solo mirándote a los ojos.

Mi teoría es la siguiente. Este hombre, Iulian Odriste, sufría varias patologías psicológicas. Ya había sido condenado por asesinar a una mujer que, según leo, no había querido mantener con él una relación sentimental. Tenía ya la cabeza bastante mal amueblada y el control de impulsos en negativo.

Lo meten en la cárcel durante 11 años. Como si los muros de la cárcel le fueran a amueblar la cabeza y a resolver el problema del control de impulsos. Dice la Ley que al cumplir el cuarto de la condena ya podrás pedir, optar a los permisos penitenciarios. Unas cuentas rápidas me dicen que son 2 años y 9 meses. No se si se le impuso en la condena un periodo de seguridad, pero de eso ya se encargan los funcionarios de Instituciones Penitenciarias, incluidos los catalanes, por lo que hasta la mitad no puedes acceder u optar al tercer gado. Según las cuentas de la vieja, 5 años y medio.

Este hombre llevaba casi 8 años en la cárcel, sin salir, sin permisos y sin ningún tipo de esperanza de no comerse los 11 años desde el principio hasta el fin. Sí, era extranjero parece ser que no tenia apoyo familiar ni social. La trabajadora social del centro penitenciario ¿había contactado con alguna organización para que le prestara el aval y un lugar donde pasar algún permiso? ¿No era un preso de confianza? ¿No tenía las notas más altas en rendimiento, dedicación y conducta?

8 años sin salir y sin esperanza alguna de pisar la calle antes de cumplir los 11 años que tenía de condena. La soledad de la celda, la desesperanza, el estrés de la vida en el módulo, hacen que florezca lo que se conoce como TLP (Trastorno límite de la Personalidad) o lo que se conoce comúnmente como doble o múltiple personalidad.

Uno se crea un amigo imaginario, se le va dando forma, se habla con él y acaba formando parte de tu vida. Y eso si el Sr. Odriste no se lo trajo ya a la cárcel. El Sr. Odriste mató a una mujer por no querer mantener con él una relación sentimental ¿Quién nos dice que ahora no sucedió lo mismo? ¿Que ahora el Sr. Odriste o su amigo imaginario o alguna de sus personalidades se enamoraran de Nuria y que por cualquier razón, gesto o palabra se pensaran rechazados y la mataran?

Claro que la muerte de Nuria no era previsible. Para ello, para que pudiera haber sido detectada a tiempo, para que pueda preverse en la cárcel se deberían hacer esas evaluaciones que dicen se hicieron. Se deben hacer pruebas y test psicológicos que verdaderamente evalúen la personalidad de los presos. Debe haber psicólogos en cada esquina y no uno para cada 150 o 200 presos. Debe haber psiquiatras, trabajadores sociales entregados y personal cualificado para detectar esas anomalías de la personalidad. Y eso se consigue inyectando dinero en la administración correspondiente. Pero eso no da votos.

El resto son mentiras y patrañas para desviar la atención de lo que de verdad sucede en la cárcel y sobre todo para quitarse de encima la responsabilidad. Los funcionarios de prisiones piden la dimisión de la Consejera y de algún otro alto cargo, cuando la culpa de lo sucedido es más de ellos, de esos que han evaluado 14 veces al preso y no han detectado nada anormal, la culpa es de los técnicos que han valorado como excelente el rendimiento, la dedicación y la conducta del preso la culpa es de quien ha declarado a ese preso como de confianza, para permitirle manejar cuchillos sin supervisión.

La Consejera tendrá la culpa de que no haya personal, ni medios ni fondos. O ni de eso tan siquiera, ya que la culpa de esa falta es de la sociedad, es nuestra, que no nos preocupa lo más mínimo lo que sucede en la cárcel hasta que no nos toca de lleno personalmente. Metemos a la gente en la cárcel durante 10, 15 o 20 años y pensamos que saldrán redimidos, “curados”. Y no. De la cárcel no sale mejor de lo que se entró.

Como dijo Jesús Zarate en su libro “La cárcel”, premio Planeta 1972: “La falla de la reforma carcelaria consiste en que casi siempre se ocupa de la cárcel y casi nunca del preso. La reforma carcelaria procede como el crítico miope que frente al cuadro de Goya se conmueve con el sofá y se olvida de la maja desnuda.”

Y ustedes dirán: ¿Pero qué pajas mentales se hace este hombre? Sí, efectivamente. Pero yo también tengo ese derecho, no solo lo tienen los políticos que salen a la palestra.

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