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Dos Biblias

Biblia. | Flickr

Sabido es que “nunca llueve a gusto de todos” y, por eso, la poderosa presencia en el mundo del Presidente de los Estados Unidos es contemplada y juzgada desde muchos puntos de vista. “Nada en demasía” nos legó Grecia en su brillante filosofía: cualquier desmesura en el capitalismo feroz va contra la dignidad del hombre; el comunismo, del mismo modo, humilla al ser humano hasta el extremo que lo incapacita para levantarse. Entre lo uno y lo otro, se despejan las nieblas con la Palabra Sagrada.

Puestos a elegir, con Dios en la vigilancia de toda equivocación, la posibilidad de rectificar es una esperanza cierta. Sin Dios, las sombras que aparecen en cualquier opción política, tiene a los túneles por desembocadura.

Sobre la Biblia de Lincoln y la de su madre, el Presidente ha jurado ser honesto, cumplir con la Constitución y regresar, desde Dios, al imperio del sentido común. A mi parecer, no es mal comienzo, a pesar de que se notara también una significativa dosis de altanería. Hasta su esposa, que fue siempre una elegante esfinge desmayada, parece que también ha tomado cartas en el asunto… A ella, y a nuestra oposición política, yo le hubiese levantado un poco el ala del sombrero.

pedrouve

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