Me pidieron unos amigos que hablase sobre las Fundaciones de Santa Teresa, desde un libro que escribí recorriendo las peripecias vividas en cada pueblo o aldea adonde la Madre quiso echar al vuelo sus palomas. Ávila, Beas de Segura, Sevilla… me eran conocidas y vividas por la huella de la Fundadora, pero nunca había ido a Villanueva de la Jara, en Cuenca, y tuve que adivinarla cuando llegó el turno en mi libro de referirme a ella. Cerré los ojos y dibujé con palabras aquel pueblo, como si estuviera en él empadronado.
Más tarde, temiendo haber errado en la descripción, fui a Villanueva por primera vez y la encontré exactamente como yo la había referido, después de haberla inventado… Nos trasladan los sueños en volandas a los lugares amados, del mismo modo que las buenas obras y los atinados pensamientos producen su oleaje para llegar más lejos de lo visible y aún más lejos de lo comprobable.
Cuando les referí el dato a las carmelitas de Villanueva, me contestaron:
-Tampoco nosotras podíamos imaginar que le estábamos esperando.
pedrouve