A menos de dos semanas de Roland Garros, Novak Djokovic anunció la ruptura de su colaboración profesional con Andy Murray. La alianza, que apenas duró seis meses, cierra una etapa tan simbólica como fallida entre dos leyendas del tenis. Fue un experimento cargado de nostalgia, rivalidad reconvertida y altas expectativas que no terminó de cuajar en la pista.
Desde su inicio en Brisbane en enero hasta el reciente abandono del Masters de Roma, el balance de Djokovic bajo el mando de Murray ha sido irregular: 12 victorias, siete derrotas y ningún título. A excepción del subcampeonato en Miami, el número seis del mundo no logró consolidar una línea ascendente, acumulando tropiezos prematuros en Montecarlo, Madrid e Indian Wells, según una información publicada en Diario de Cuyo.
La decisión de prescindir de Murray a las puertas de un Grand Slam refleja la urgencia de Djokovic por reenfocar su trayectoria en 2025. A sus 37 años, con tres títulos de Roland Garros en su palmarés y en plena transición física, la figura del entrenador cobra aún más peso. De momento, el serbio afrontará su vigésima participación en París sin un técnico confirmado.
Pese al corte profesional, ambos dejaron claro que su relación personal sigue intacta. “Gracias, Andy, por todo el trabajo y la amistad”, escribió Djokovic en redes. Murray, por su parte, respondió con gratitud y buenos deseos. El proyecto no resultó, pero su historia conjunta suma un nuevo capítulo a una de las rivalidades más icónicas del tenis moderno.
Próxima parada: Ginebra, y luego París. Djokovic busca reencontrar el camino, esta vez solo.