A las 9:30am de la mañana de hoy, martes 11/11/2025, se realizó en La Habana el juicio al viceministro cubano Alejandro Gil. Realmente esto no parece un ejercicio de justicia, sino más bien la producción del aparato político que desgobierna a la Isla en estas seis últimas décadas.
Debemos tener en cuenta que en Cuba el debate público es delito si no está organizado por el régimen, la disidencia es traición y los derechos humanos una quimera. Para mí realmente este hecho es una catarsis política, más que buscar la verdad de lo profundo del problema real de la isla.
El personaje en contexto, Alejandro Gil, es pieza del engranaje burocrático del régimen comunista y hoy es presentado ante el tribunal como chivo expiatorio; su rostro visible canaliza la frustración de un pueblo desangrado, humillado y despojado de todo derecho a tener derechos humanos. Este hombre está probando su propio vinagre amargo, para no decir medicina, que es más paliativo.
Este tipo de purga del régimen ya se hizo en el pasado con altos funcionarios, como en el caso del general Ochoa, por citar uno de los más populares y lamentables. Estas acciones del sistema judicial cubano pretenden simular “limpieza moral” sin ir a la profundidad de la causa de todos los males, que es la ineficacia de la gestión de un sistema fallido.
No podemos caer en el juego del abracadabra de los trucos del verdugo para entretenernos en lo que ya sabemos de antemano que sucederá una vez más. El problema no es Gil ni su presunta culpabilidad. Uno de los problemas claves es que en Cuba no existe independencia judicial, porque los tribunales responden al único Partido Comunista, instrumento de legitimación y no de justicia verdadera.
Hablar de “juicio justo” en este momento es contradictorio por completo, ya sabemos los casos y cosas por las mismas víctimas del sistema judicial: los mismos jóvenes y adolescentes presos por las manifestaciones del 11J, el testimonio de otros presos de conciencia y disidentes, representantes de la sociedad civil, que han sido reprimidos física y psicológicamente y en algunos casos obligados a abandonar la Isla en especifico el caso de José Daniel Ferrer y su familia. El poder judicial no busca implementar justicia, valga la redundancia, sino obedecer al amo criminal que le da de comer con pleno consentimiento.
Para ser justo con los todos estos años que nos han robado y los daños antropológicos que se nos han ocasionado, el verdadero y único juicio no debe ser solamente contra el viceministro, sino que debe ser también contra todos aquellos que se mantienen atornillados a la silla del poder y no sueltan el cetro de mando mal usado y ensangrentado en Cuba.
Ya los cubanos de dentro y los del exilio hemos alzado la voz y hemos dicho basta de impunidad y de indiferencia. No queremos ser más espectadores, sino protagonistas de nuestra propia historia de cambio y de renacer en derechos humanos, libertad genuina y segura. Hoy urgentemente lo necesitamos y lo anhelamos profundamente.
Que la fortaleza de nuestros padres fundadores y el espíritu de nuestra experiencia de lucha pacífica sean nuestro escudo y esperanza.
Por su interés reproducimos este artículo de Juan Lázaro Vélez González publicado en El Diario Las Américas – Del juicio al circo: Gil en su papel más difícil