El evangelio de Jesucristo es como una orquesta divinamente acompasada, cuyo único director se siente ayudado por las diferentes claves musicales que armonizan el concierto. Cualquier utensilio que quiera sonar por su cuenta hará el ridículo porque la orquesta, tan consolidada está, que seguirá tocando sin que apenas se advierta la insignificancia de una extrañeza.
El verdadero protagonista de todas las orquestas es el Viento, que distribuye impulsos a medida de las necesidades que requiera cada instrumento. Cabe que los músicos, cundo los vientos de la circunstancia así lo pidan, se reúnan con el director para ajustar, purificar o situar cualquier percibimiento que pueda optimizar la sinfonía.
Siempre desde dentro, si se quiere eficacia y honestidad: nada importante puede conseguir un oboe solitario o un arpa descolocada. La unidad en la diferencia es lo que enriquece la voluntad de todo emprendimiento.
…En la Orquesta Municipal de Veraluz ha renunciado el trompetista, argumentando que sus acordes no se oían demasiado.
Pedro Villarejo