Cuando tomamos helados o bebidas muy frías, muchas personas experimentan un dolor punzante y breve en la frente o las sienes, conocido popularmente como “dolor de helado” o ‘brain freeze’. Este fenómeno es reconocido médicamente como cefalea por estímulo frío y forma parte de la Clasificación Internacional de Trastornos de Cefalea.
El dolor aparece cuando el frío entra en contacto con el paladar o con la parte posterior de la garganta, causando un cambio brusco de la temperatura lo que provoca el estrechamiento de los vasos sanguíneos de la zona. Uno de los nervios principales del rostro se conecta directamente con el cerebro e interpreta este cambio como una amenaza térmica y envía una señal de dolor al cerebro, que la malinterpreta, generando la sensación en la frente.
Este dolor afecta aproximadamente al 15-37 % de la población general, con una prevalencia significativamente mayor en niños y adolescentes, quienes pueden alcanzar hasta un 79 % . Además, se ha identificado una fuerte relación entre este tipo de cefalea y antecedentes de migraña, alcanzando prevalencias de hasta el 73,7 % en personas con ese diagnóstico.
El estudio del brain freeze va más allá del mero interés anecdótico. En un artículo publicado en Critical Care Medicine en 2010, se planteó que la comprensión de estos mecanismos podría inspirar nuevas estrategias clínicas para la protección cerebral en situaciones críticas, como la hipotermia terapéutica tras un paro cardíaco.
Los expertos recomiendan el consumo lento de los alimentos o bebidas frías, de este modo se evita que entre en contacto directo y rápido con el paladar superior. También, se recomienda el uso de pajitas o mantener el frío en la lengua antes de ser tragado.
En el caso de que el dolor se produzca, presionar la lengua contra el techo de la boca ayuda a equilibrar la temperatura local y a aliviar la molestia rápidamente
Este artículo fue publicado en The Conversation y El Observador