Hoy: 2 de diciembre de 2024
RAMÓN GUILLERMO AVELEDO
Nuevo gobierno en los Estados Unidos y con él, inevitablemente, las preguntas acerca de su política internacional, lo que es lógico dada la gravitación mundial de ese país cuyo PIB representa el 21,6% del total del planeta, casi el doble de China que lo sigue y más de seis veces los de Alemania y Japón que ocupan el tercer y cuarto lugar. La democracia federal con más de dos siglos ininterrumpidos de vigencia rige en un vasto territorio con largas costas sobre los dos grandes océanos y posee la mayor fuerza militar del mundo con 1.3 millones de efectivos, más de trece mil aviones de guerra, casi siete mil tanques y una armada de cerca de quinientos buques, once de ellos portaaviones de propulsión nuclear, más decenas de submarinos y destructores.
Dato cierto es que el Presidente electo Donald Trump es bastante impredecible y que sus prioridades miran hacia adentro, como es el mensaje central del MAGA (Hagamos grande a América otra vez), lo cual le confiere verosimilitud a una tendencia aislacionista que no es novedad en el país ni en el Partido Republicano que controla ambas cámaras del Congreso. Dicho esto, anotemos que la realidad global y el peso norteamericano en ella, aunque no sea ya el mismo, dificultan cualquier aislacionismo.
Venezolanamente, su regreso al poder genera preocupaciones en algunos y optimismo en otros. Aquellas ya son materia prima útil para la propaganda oficial, con las victimizaciones propias de la tradición de extrema izquierda que en eso se parece mucho al fascismo, mientras el optimismo cuasi eufórico en un sector de la oposición puede ser precipitado y perdóneseme, ligero. Retórica más agresiva, sin duda. Más pragmatismo que principios, es lo predecible.
La escogencia del Senador Rubio para la Secretaría de Estado, la más convencional de sus designaciones hasta ahora, y a Mike Waltz como Asesor de Seguridad Nacional en la Casa Blanca, ambos políticos de Florida muy familiarizados con el tema venezolano, cuyo lugar en la agenda de Trump es más bien discreto, nos dirá hasta qué punto se pueden prolongar en el Ejecutivo los discursos parlamentarios.
En cuanto a las orientaciones internacionales de Trump, tenemos pistas en su pasantía previa en la Casa Blanca (2017-21), su mensaje y las designaciones que viene anunciando para los cargos decisivos en el área de política exterior y seguridad nacional.
Sus prioridades domésticas, como su idea para enfrentar la inmigración, que llama “invasión” con deportaciones masivas, tienen repercusiones internacionales. ¿A dónde irán los deportados? Regresarlo a sus países implica acuerdos con estos. Se sabe que es un crítico de la OTAN, la alianza defensiva del Atlántico Norte, cuyas dimensiones han sido también cuestionadas recientemente por el think tank conservador Instituto Cato y que no simpatiza con la Unión Europea (apoyó entusiasta y activamente el Brexit, la ruptura británica con la integración continental) y allí están el grueso de sus aliados. En el viejo continente inquietan sus opiniones sobre la invasión rusa a Ucrania, una guerra que ha prometido acabar rápidamente.
En el conflicto del Medio Oriente que se inflamó con el ataque de Hamas a Israel en octubre del año pasado que sigue en Gaza y con Hezbollah en la frontera con el Líbano y que amenaza con extenderse por la región hasta Irán y el Golfo Pérsico, para preocupación de los estados petroleros árabes, ha estado al lado del premier Netanyahu apoyándolo para que pueda “terminar el trabajo”, finish the job. Sus escogencias para la embajada en Naciones Unidas (Stefanik) e Israel (Huckabee), apuntan hacia una colaboración muy estrecha y decidida con el actual gobierno de Jerusalén.
Un conflicto extendido en la zona debería incidir en los precios del petróleo, con impacto en la economía mundial. Daría la impresión que eso interesa menos al nuevo gobernante de Washington, que busca acentuar la independencia de su país con relación al crudo extranjero, perforando más en su territorio, incluso usando petróleo de esquistos. La designación de Chris Wright en Energía así lo indica.
Trump ha sido reacio a la presencia militar norteamericana en el extranjero. Acordó con el Talibán, la salida de las tropas en Afganistán, caóticamente ejecutada a comienzos de la Administración Biden. Es escéptico ante el calentamiento global y reticente a las políticas internacionalmente acordadas para afrontar la crisis del medio ambiente, dos de los grandes asuntos de la agenda mundial hoy, tal y como lo acaba de subrayar en Rio de Janeiro el Cardenal Parolín, Secretario de Estado del Vaticano quien llamó a repensar la gobernanza global, no sólo para reconocer soberanías sino también responsabilidades como la ambiental. Allí hace falta una cooperación internacional verdaderamente eficaz.
La voluntad, pues, deberá superar la prueba de la realidad.
*Por su interés reproducimos este artículo de Rubén Guillermo Aveledo publicado en el diario El Impulso