Hoy: 23 de noviembre de 2024
¿Una imagen ochentera? ¡No! Vamos mas atrás, década de los sesenta, unos años pioneros en casi todo a pesar de las dificultades y falta de recursos.
Construimos y no destruimos, éramos creativos y muy activos en la política de entonces, valientes inconformistas y muy apasionados en todo, esos años son dignos de recordar y de admirar en muchos aspectos.
Pero observando este tiempo que nos está tocando vivir, es natural que nos asombremos con esa cantidad de acontecimientos que nos acosan día tras día. Han cambiado mucho los tiempos y nuestras vidas.
Ahora muchos de aquellos jóvenes lanzados y soñadores nos hemos convertido en abuelos y observamos a nuestros jóvenes con temor contenido y con una gran preocupación.
Pero no creáis que los vuestros son mejores ni peores, son los que os están tocado vivir y vuestra obligación es vivirlos lo mejor que podáis o sepáis, o mejor, lo que vuestras circunstancias os permitan vivir.
En aquellos años los nuestros, donde fuimos pioneros de muchas reivindicaciones a pesar de aquellas leyes mordaza, éramos tan creativos que nos las saltábamos con triquiñuelas varias, siendo capaces de crear a pesar de ser observados y con nuestros himnos gritábamos nuestras frustraciones y nos hacíamos oír.
Todos vivimos en aquellos años nuestra juventud con intensidad y entrega, y la llenamos de color, no como definen algunos la España en blanco y negro.
No la recordamos en blanco y negro como dicen los que solo veían aquellas películas trasnochadas de entonces, por cierto, españolas y con moraleja que pretendían educarnos.
Hoy las repasamos y te sorprendes con los buenísimos que en aquel entonces por la censura se representaban cambiando los guiones y nos encontrábamos con situaciones familiares que no entendíamos.
Nuestros mayores habían vivido una guerra, eran nuestros abuelos y fue demasiado terrible como para hablar de ella.
Así que todo eran ejemplos correctos, según ellos, y que nosotros los recibíamos como imposiciones, el respeto era ejecutado por norma, las familias lo implantaban con firmeza en sus hijos.
Y así nos educaron, a pesar de sentirnos como unos rebeldes con causa propia, empeñados en implantar nuestros sueños de libertad en los ambientes que frecuentábamos.
No consumíamos cine español, acudíamos a ver películas americanas, los de entonces teníamos bien estructurados nuestros gustos y no sucumbíamos a lo impuesto. Dentro de nuestras posibilidades nos sentíamos libres.
Asistíamos a cines de arte y ensayo, los grupos de canción protesta surgían como setas, y nos reuníamos para hablar de política en lugares muy concretos.
Existían algunas emisoras de radio donde nos acogían, y allí nos reuníamos para hablar con libertad de lo que ocurría entonces.
Algunos éramos del Norte, trasladados al Sur, y nos acogieron a todos con ganas, pues teníamos muchas historias vividas y poco sabidas entonces por estar distantes en el mapa.
Nos reuníamos en aquella Radio Vida de entonces donde conocimos a muchos y muchas que formaron parte muy importante en la Transición.
Los que podíamos salir de aquella España llena de normas, tabúes morales y valores férreos nos dábamos de bruces con otras formas de vidas más acordes con nuestros deseos de libertad.
Aquellos que tuvimos la suerte de traspasar fronteras, donde la libertad de acción nos hacía agudizar nuestros pensamientos más escondidos y sacar de nosotros toda nuestra creatividad, nos sentíamos más libres.
La diferencia entre el Norte y el Sur era enorme entonces, casi impensable hoy en día, siendo el mismo país. La televisión lo cambió todo y ese mapa de España se fue uniendo en una amalgama de situaciones compartidas en programas que mostraban otras costumbres de nuestro propio país, hasta entonces para muchos desconocidas.
A finales de los sesenta, la minifalda era nuestro vestuario más preciado entre las chicas y se fue implantando a pesar de ser catalogada como provocativa e indecente.
Tenía diferentes largos, según la ubicación en el mapa. Aquellas que se atrevían en los pueblos, a costa de ser observadas y catalogadas como provocativas y “frescas”, también se lanzaron a usarla.
En las ciudades vivíamos con mucha más libertad y desde Despeñaperros, más hacia el norte, las minifaldas eran mucho más cortas, mitad del muslo y un poco más.
Las botas altas que cubrían las rodillas eran el complemento perfecto. Botas de charol blancas o negras y de tacón aguja.
Nos alimentábamos de música de grupos, la mayoría ingleses, y para los primeros amores las canciones francesas nos hacían sentir vivos.
Era una época llena de contrastes, la mayoría estudiábamos y deseábamos con verdaderas ganas sentirnos libres.
En las playas del norte los biquinis y dos piezas se veían a principio de los sesenta, pero más abajo del mapa tardaron mucho más.
Lo cierto es que en esta época actual, donde la mayoría de aquellos chicos y chicas pioneros en modas y reivindiaciones nos hemos convertido en abuelos, vemos con cierta añoranza lo que fuimos y lo que estos tiempos nos están trayendo, copias y retazos de otros tiempos ahora sin creatividad, sin esa impronta de antes, menos apasionados y sin interés alguno por la política actual, que requiere atención por ser tan disparatada de un día para otro.
El dominio de las máquinas sobre nuestros cerebros les están aturdiendo. Sus cerebros, siguiendo consignas en las redes, son incapaces de salirse de lo establecido, está caducado y obsoleto el que no cae. Pobres incautos esos que ya son incapaces de crear.
No son libres en absoluto, ni siquiera son capaces de amar de verdad por sí mismos sin ejemplos. Entran en una vorágine del “yo más” sin percatarse que son copias de otros, donde se miran y se convierten en meros avatares actuando por impulsos.
Son lo que ven y aprenden sin iniciativa alguna, siguen las modas y se convierten en unas tristes copias, intentando practicar el arte de ser físicamente como ese otro que tanto admiran y que lo único que les ofrece es un mundo lleno de falsas expectativas, con un futuro vacío de todo.
Esas enormes frustraciones vienen de querer ser y no poder. Están sometidos a lo que ven y aprenden en esas redes que les atrapan sin piedad ni freno.
Qué pena de esta civilización que no cree en el individuo. Sed felices y aceptaos tal como sois, es el mejor tributo que podéis daros a vosotros mismos, vivid vuestro día a día con ese convencimiento de ser únicos.
Las copias pierden siempre valor. Ser el original es ser tu mismo, y vales tanto como tu quieras ser. Todos somos únicos e irrepetibles.
No os dejéis engañar, no sigáis consignas engañosas, sois demasiado valiosos para todos, cuidaos por dentro y por fuera, pertenecéis a un gran país llamado España, sois el futuro de una generación nueva.
Demostrad que podéis ser mucho mejores que nosotros al confiarnos y no ver cómo podíamos destrozar vuestro futuro por la inacción, al pensar demasiado en llenar nuestros bolsillos por un consumismo atroz de poseer todo sin freno.
¡Vosotros lo tenéis todo para poder mejorar lo mal hecho!
Deseamos con fuerza poder admiraros, ánimo chicos, estamos con vosotros, formaos con esas verdades que proporciona el conocimiento.
¡¡MUCHA SUERTE EN VUESTRAS JÓVENES VIDAS!!
Que razón tienes razón al decir que, aunque vivimos tiempos diferentes, parece que hemos perdido esa pasión y creatividad que os impulsaba.
Hoy, con tantas distracciones, es fácil sentirse atrapado por las redes y las modas, pero también hay jóvenes que queremos encontrar algo auténtico, ser más que simples copias.
Admiro cómo luchabais por vuestra libertad a pesar de las dificultades, y creo que ese espíritu sigue siendo necesario. Gracias por recordarnos que ser originales y buscar nuestra propia voz es lo que realmente vale.
Estamos en la búsqueda, y tus palabras son una inspiración para no rendirnos.
Me ha encantado , cuanta razón llevas en cómo está ahora la juventud, leyendo tu escrito y viviendo mi juventud en aquellos años , pienso y creo , que cualquier tiempo pasado fue mejor. 😘
Lo que está pasando y cambiando es para todos igual, la forma de vida ahora es diferente, hasta los mayores no somos los mismos, casi dominamos las nuevas tecnologías, vestimos a la moda o como nos da la gana y muchas cosas más.
En la juventud, aunque muy diferente hay de todo, desde el pasota que no le importa nada hasta el que trabaja para pagarse sus gastos y además trabaja, hay muchísima más libertad pero no nos engañemos antes hacíamos muchas cosas a escondidas sin que los padres se percataron de nada.
En fin, pienso, que los valores están dentro de la familia y que los tiempos cambian para peor y para mejor en algunos casos.
Como siempre es mi modesta opción y lo que yo vivo