Colombia, dos países

23 de marzo de 2025
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Protestas en Colombia |EP

MAURICIO LLOREDA

El mensaje a Potus debe ser claro: una cosa es el país político, y muy otra, el país nacional

Con la inteligencia clarividente con la que escribió su nombre en la historia, que asustó tanto y a tantos que fue también precursora de su asesinato, Jorge Eliécer Gaitán dibujó con maestría una dinámica que se sostiene: que el país político vive de espaldas al país nacional, que este le es indolente al primero, porque solo vela por sus intereses, mientras que el nacional talla con sudor y lágrimas cada rincón de esta patria. Y no obstante, si viviera, él mismo reconocería que mucha agua ha pasado bajo el puente nacional, que este es otro país y que las oligarquías de otrora no dominan el panorama político ni el económico, ni el pueblo es el que era, o los enemigos de la democracia quienes azuzaban el fuego de sus ardientes discursos; igual vería con honda tristeza que en el país político cambió el reparto, pero no el guion.

Y que este tiene en jaque las arcas de la nación, disparada la delincuencia, amenazada la división tripartita del poder público y de contera la Constitución y que si no fuera por jueces intachables y firmes, instituciones sólidas, individuos y grupos sociales que día a día se lanzan al fragor de la batalla cívica trabajando, haciendo empresa, el sueño de Bolívar se habría trastocado y hoy seríamos la ‘Gran Venezuela’, en la acepción actual de la dictadura limítrofe.

El pueblo colombiano que se gana la vida trasegando entre las miles de oportunidades que ofrece la legalidad merece la confianza internacional que gradualmente se ha ido ganando luego de los terribles años en que Escobar y sus secuaces convirtieron el nombre del país en sinónimo de criminales. Europa retiró el visado, EE. UU. suavizó las condiciones del suyo y así el pasaporte colombiano tuvo un respiro, pero soplan otros vientos:

Pueden decir misa y asperjar incienso para espantar el fantasma de la descertificación norteamericana, pero allá la palabrería no cuenta, cuentan las cifras y los hechos, «money talks…«, la tozuda realidad, que no ayuda en el caso del Gobierno: en disminución de cultivos el fracaso es total, más de doscientas cincuenta mil hectáreas. En interdicción, salvan las decididas acciones de las FF.MM. y de Policía, pero minadas por recortes en sus presupuestos, descabezamiento de un generalato curtido, sitiados por un largo ministerio anquilosado e incapaz siquiera de sostener a media asta la principal bandera electoral del Gobierno, como fue la ‘paz total’, tampoco dan soporte al alegato de eficaces políticas de sustitución, ni a ninguna. Y qué decir de la diplomacia del Twitter, más que nos puso en la mira de Mr. Trump y de su mano derecha, Mr. Musk.

El mensaje a Potus debe ser claro: una cosa es el país político, y muy otra, el país nacional. En el nacional hay una diligente clase trabajadora y empresarial, instituciones, aparato estatal y una Constitución que sostienen corajudos jueces. Y el país nacional considera a EE. UU. un aliado y lo reconoce como líder indiscutible desde la firma de los tratados de París, ya que, sin su intervención decidida, en otro mundo viviríamos. Y ese país nacional, tan parecido al norteamericano en su deseo de forjarse un presente y un futuro trabajando, no merece una descertificación.

Presidente Petro, es indispensable llevar a Washington un portafolio de acciones y proposiciones, y cumplirlas: comprometerse a trabajar hombro a hombro con el Departamento de Estado, CBP y su homóloga Dian; DEA y antinarcóticos; Casob y NTC; marinas de ambos países en interdicción, todo sincronizado.

Con un portafolio de ese corte y las cifras que implica podrían reconsiderar y solo librar una advertencia. Colombia está atenta a este segmento de su diplomacia y se le recordará por lo que lance EE. UU., que puede ser un salvavidas, o un ancla.

P. S. Vil el intento de mancillar el nombre de Luis C. Galán, mártir del narcotráfico.

*Por su interés, reproducimos este artículo de Mauricio Lloreda, publicado en El Tiempo

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