Los expertos aconsejan mantener una hidratación adecuada y reponer los minerales perdidos, preferiblemente con agua o bebidas isotónicas
Los calambres en los pies son contracciones musculares involuntarias que, aunque generalmente no están relacionadas con patologías graves, pueden ser muy dolorosos e incómodos, especialmente al ocurrir durante la noche. Si son frecuentes, podrían indicar problemas circulatorios o neurológicos, afectando más a personas mayores, deportistas, embarazadas y pacientes con ciertas afecciones musculares.
En cuanto a la diferencia entre calambres y sobrecarga muscular, los calambres aparecen bruscamente y se manifiestan como contracciones involuntarias, mientras que las sobrecargas musculares surgen progresivamente tras un esfuerzo excesivo, acompañadas de rigidez, dolor y falta de flexibilidad.
Causas principales
Según los podólogos, las causas más comunes incluyen deshidratación, sobreesfuerzo físico, uso de calzado inadecuado y mala circulación. La deshidratación, asociada a la pérdida de minerales como magnesio durante el ejercicio, es una de las razones más frecuentes, mientras que el uso de zapatos apretados o hábitos poco saludables también puede contribuir.
Cómo prevenirlos
Para prevenir los calambres, es crucial mantener una hidratación adecuada y reponer los minerales perdidos, preferiblemente con agua o bebidas isotónicas. Asimismo, los calentamientos y estiramientos previos y posteriores al ejercicio ayudan a reducir el riesgo de espasmos musculares.
Utilizar calzado estrecho puede causar presión en los músculos, afectando la circulación y derivando en calambres, además de aumentar el riesgo de patologías como uñas encarnadas, hongos o dolor en los pies.
Problemas circulatorios, ya sea por el uso de calzado inadecuado, el embarazo, o hábitos como fumar, consumir alcohol o llevar una dieta poco saludable, pueden impedir que los músculos reciban suficiente oxígeno, provocando dolorosos espasmos musculares.
Tratamiento
Ante un calambre, se recomienda suspender la actividad física, aplicar calor inicialmente para relajar el músculo y luego alternar con frío para reducir la inflamación. Si los calambres persisten o son recurrentes, es importante consultar con un podólogo titulado para identificar posibles causas subyacentes.